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Construyendo la convivencia desde los municipios

Publicado en El Diario Vasco el 6 de febrero de 2017

En numerosas ocasiones nos han preguntado por qué esta insistencia en trabajar y construir la convivencia, por qué hacemos tanto hincapié desde la institución a la que representamos en crear consensos. Además del firme convencimiento de que la educación en valores, en derechos humanos, es esencial para un pueblo, nuestro territorio lidera un ranking lleno de sufrimiento.
Así lo constatan los retratos municipales de las vulneraciones del derecho a la vida en el caso vasco entre 1960 y 2010 remitido por Gobierno Vasco a los municipios. La lista incluye asesinatos cometidos por ETA, GAL, Batallón Vasco Español (BVE)… y, en lo que a Gipuzkoa respecta, los números son escalofriantes: de las 707 muertes violentas que el trabajo recoge, 394 se registraron en Gipuzkoa. Es decir, el 56% del total de asesinatos perpetrados en la Comunidad Autónoma Vasca a lo largo de décadas de violencia. 
Gipuzkoa ha sido, en definitiva, el territorio más castigado y donde las consecuencias del mismo son más presentes. Décadas de terrorismo, de violencia, de constantes violaciones de derechos humanos, división y crispación han dejado encima de la mesa una serie de temas pendientes de gran complejidad: la respuesta a las necesidades y derechos de las víctimas, la gestión de la memoria del pasado, los desgarros sociales en la convivencia, la política penitenciaria, la normalización de la convivencia, la educación para la paz… Cuestiones, todas ellas, que han de ser abordadas, que son abordadas, y que no pueden caer en el olvido. 
Nuestro territorio, por su papel tristemente protagonista en el conflicto, debe ser pionero, valiente e insistente en lo que al tratamiento de todas estas cuestiones refiere, teniendo presente que este es un proceso que no se recorre en dos días. Un proceso en el que  corresponde a la ciudadanía  un papel protagonista, y en el que las instituciones debemos impulsar, garantizar y crear los espacios de confianza suficiente para que este proceso se pueda dar. Pero no de cualquier manera. Nuestro punto de inicio y final deben ser los derechos humanos. Y si bien no tenemos que entrar en guerras de bandos, ni de vencedores y vencidos, debemos tener presente que para pasar  la siguiente página en nuestra dramática historia, tenemos que leer detenidamente la anterior, aprender de ella. Nuestra memoria debe ser crítica e inclusiva.
Decía Desmond Tutu que no existen atajos ni sirve la simple prescripción para curar las heridas y divisiones de una sociedad que ha sufrido violencia sostenida en el tiempo como en el caso de la vasca. Para el clérigo sudafricano, Premio Nobel de la Paz de 1984, no se puede hacer borrón y cuenta nueva y tratar de enterrar en el olvido todo el sufrimiento generado por los años de violencia. Además, sostiene que cada sociedad debe de desbrozar su propio camino hacia la reconciliación, la convivencia no puede ser impuesta desde el exterior: la solución está en nuestras manos. 
En nuestro caso, y por extensión en todo el País Vasco, también nos corresponde a nosotros trazar nuestra propia ruta hacia la convivencia. Son ya más de cinco años desde que ETA anunciara el cese definitivo de la actividad armada y, en este lapso de tiempo, las instituciones, ciudadanía en general y las víctimas en particular no nos hemos quedado de brazos cruzados. Ese trabajo está dando sus frutos puesto que Euskadi ya ha empezado a recorrer el camino hacia la convivencia. 
Durante este tiempo, por lo que hemos podido ver desde las instituciones, el ámbito municipal es el que más eficaz se ha mostrado a la hora de desarrollar este tipo de dinámicas. Los ayuntamientos son los agentes que más cerca se encuentran de la ciudadanía, los más accesibles; en la práctica, el escenario idóneo para tratar cuestiones tan delicadas como las generadas por un conflicto violento, tan necesitadas de un clima de discrecionalidad y confianza. 
Desde la Diputación, nuestra tarea consiste en fomentar la creación de este tipo de dinámicas a nivel municipal y ejercer luego de acompañantes para llevarlas a buen puerto. El vehículo es el programa foral Bizikidetza Lantzen, al que en este 2017 se unirán tres localidades más: Arrasate, Zumarraga y Bergara. La expansión del programa foral es sintomática de que la cuestión de la convivencia sigue estando presente en la agenda de los representantes institucionales del territorio y, por ende, de toda la ciudadanía. Pero repito: también aquí queda mucho por hacer.
Precisamente por eso, desde la Diputación Foral de Gipuzkoa somos ambiciosos, y trabajamos día a día para que, al final de legislatura, podamos decir que se han desarrollado o están en vías de ponerse en marcha dinámicas sobre convivencia en todos los municipios del territorio. Avanzar en esta dirección sería, de cara al futuro, una de las mejores aportaciones que nuestro Gobierno foral podría hacer a la sociedad guipuzcoana del mañana, un legado de incuestionable valor para las generaciones venideras y que contribuirá decisivamente a la consolidación de la paz. Es nuestra obligación, puesto que invertir en convivencia es invertir en futuro.

  

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