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"Bildu y Podemos van a la desesperada con su oposición a la incineradora"

Entrevista de El Diario norte a Denis Itxaso

03/06/2016
  • El diputado foral socialista Denis Itxaso destaca que "hay nuevos instrumentos de financiación para la cultura, para los creadores, abriéndolos a todas las sensibilidades. Y evitando que el euskera se convierta en un coto cerrado e identitario; en eso Gipuzkoa tenía muchísima necesidad de aire fresco" 
  • "La izquierda abertzale, que tiene un problema de descoloque político general, emplea el tema de la incineradora casi como último banderín de enganche. Es el momento de tomar decisiones y de resolver este tema de los residuos, no de consultas"
  • "Si de las auditorías sobre la incineradora se derivasen responsabilidades por el quebranto económico para el erario público, nosotros no descartamos emprender las acciones que haya que tomar porque aquí se ha jugado con mucho dinero", avanza

Denis Itxaso (San Sebastián, 1975), diputado foral de Cultura y dirigente del PSE-EE en el equipo de Idoia Mendia, acaba de volver este jueves de un acto político de precampaña. Recibe a este periódico en su despacho oficial de la Diputación de Gipuzkoa. Hablamos con él de los emergentes sectores creativos en este territorio, de las políticas institucionales que se están desarrollando para estimular y apoyar ese talento joven y de política.

Desde la ventana del diputado foral socialista se puede ver perfectamente este viernes la acampada en contra de la incineradora. Abajo,  la Ertzaintza acaba de realizar dos detenciones, aunque después retorna la calma y los activistas colocan su puesto de información. Ha vuelto la 'guerra de las basuras' a Gipuzkoa. Pero Itxaso avisa con contudencia: "no es el momento de las consultas" en este asunto. " El debate lleva ya casi tres décadas y se han hecho todo tipo de análisis, consultas pueblo a pueblo. ha llegado el momento de tomar las decisiones y ejecutarlas. Y es lo que vamos a hacer".

Un año de gobierno y 'la guerra de las basuras' -que terminó por enterrar electoralmente a EH Bildu en Gipuzkoa- vuelve con toda su fuerza. ¿No pinta muy bien, no?

Lo que viene realmente por fin es la solución. Nosotros nos hemos comprometido desde la Diputación a resolver este problema después de más de dos décadas de conflicto abierto y de falta de soluciones. La pura realidad es que el territorio está teniendo que pedir salvavidas fuera para gestionar sus residuos porque las cosas se han hecho tan mal que no podemos gestionar nuestras basuras. La solución que plantea este gobierno no solo ha formado parte del acuerdo entre PNV y PSE, sino que estaba incluida también en los programas electorales de ambos partidos. Y lo que vemos ahora es que la izquierda abertzale, que tiene un problema de descoloque político general, emplea estas cosas casi como último banderín de enganche. Incluso la vinculación a los problemas de salud, la valoración energética está extendida en todo el mundo como alternativa a vertido -que es un modelo obsoleto del siglo XX- en los países más desarrollados, nos parece que es sintomático de que están utilizando sus últimos cartuchos. Tanto ellos como Podemos. Y van a la desesperada.

Eso le quería comentar porque las personas que se manifestaron el pasado domingo en la cadena humana entre el Onkologioa y la Diputación no son todas de Bildu o Podemos. Es una sensibilidad social, de fuerte contenido ecologista, que va más allá.

Sí. Observamos que Podemos, que tiene una capacidad movilizadora creciente y mayor incluso que la izquierda abertzale, de alguna manera está con la paralización del AVE o con la incineradora o el derecho a decidir, y está encontrando banderines de enganche y de cohesión de ese mundo político. Eso es verdad, que va más allá de la izquierda abertzale. El mundo de Podemos se ha sumado a eso, pero no terminamos de ver qué alternativa plantean. Si la alternativa es volver a los vertederos, nosotros no vamos a ir por ahí en ningún caso.

¿Sería partidario de realizar una consulta sobre el tema de la incineradora, dar la palabra a la ciudadanía guipuzcoana, como reivindican esos sectores y los ecologistas?

Cuando hay que resolver un problema de primer orden sobre la salubridad y el medio ambiente como es el tema de los residuos, hay que tomar la solución más adecuada en términos técnicos. Este equipo de Gobierno no se ha escondido y nosotros casi fuimos a las elecciones planteando un plebiscito sobre los residuos, porque sabíamos que ese era uno de los mayores elementos de desgaste de la izquierda abertzale. Por cierto, no solo por el sistema de recogida puerta a puerta (PAP), sino también por el modelo de los vertederos y por el desastre de gestión. En mayo se celebró un plebiscito en Gipuzkoa y la izquierda abertzale lo perdió estrepitosamente.

Bueno, se celebraron unas elecciones municipales y forales, para ser exactos.

Perdieron alcaldías importantísimas y perdió también la diputacion: y desde ese punto de vista los programas electorales de las dos formaciones que estamos en el Gobierno foral nos legitiman para tomar estas decisiones. Estamos legitimados.

Yo no pongo en duda la legitimidad de la Diputación, lo que le preguntaba es si este tema, que va a suponer una inversión millonaria, debe ser susceptible de acabar en una consulta.

Todos los procesos de profundización de la democracia en la toma de decisiones que se podían adoptar en esta materia ya se han hecho. El debate lleva ya casi tres décadas y se han hecho todo tipo de análisis, consultas pueblo a pueblo... Ha llegado el momento de tomar las decisiones y ejecutarlas. Y es lo que vamos a hacer.

No es el momento de las consultas, deduzco de sus palabras.

Es el momento de tomar decisiones y de resolver este tema de los residuos, no de consultas. Y lo vamos a hacer, pese a quien pese porque no hay otra alternativa para Gipuzkoa, salvo que queramos reabrir nuevos vertederos. Cosa por cierto que en algunas comarcas donde podrían reabrirse tampoco se quiere.

Está pendiente, además, la investigación de la Fiscalía en relación al "quebranto para el erario público" por las denominadas "swaps tóxicas" incluidas en los contratos con las empresas que iban a ejecutar el primer proyecto de incineradora.

El diputado de Medio Ambiente, que es José Ignacio Asensio, que está haciendo una magnífica labor porque está conciliando el trabajo de resolver este enorme problema, que también tiene una dimensión financiera para la Diputación, con el análisis de cómo se ha gestionado en estos últimos cuatro años esa sociedad foral [GHK] y los quebrantos que se hayan podido producir por las decisiones que se hayan adoptado a conciencia y pese a que había informes que evidenciaban el riesgo financiero en el que se incurría si se tomaban determinadas decisiones. Esas auditorías todavía no están, pero estarán para antes del verano. Si de esos análisis se derivasen responsabilidades, nosotros no descartamos emprender las acciones que haya que tomar porque aquí se ha jugado con mucho dinero público.

Cuando ustedes pactaron hace un año un acuerdo marco con el PNV para las instituciones forales y municipales argumentaron que el objetivo era llevar las políticas sociales y progresistas a esas instituciones. ¿En qué ha sentido la ciudadanía de Gipuzkoa que las políticas de los socialistas se están aplicando desde la Diputación?

En muchos campos Gipuzkoa tiene en estos momentos un Gobierno de cambio que no ha tenido nunca antes. Antes había un planteamiento de políticas frentistas de acumulación de fuerzas o de división de nacionalistas / no nacionalistas, sobre todo en los últimos 15 años, que han hecho mucho daño a algo muy importante en este país: la cultura del pacto. Esa cultura ha traído a Gipuzkoa una especie de bálsamo, de estabilidad que nos hacia falta para abordar estos retos de los que estamos hablando: residuos, carreteras, regeneración de Pasaia, etc. Y en lo que a nosotros nos corresponde, ¿en qué se nota? pues por ejemplo en las políticas culturales. Estamos haciendo por primera vez en Gipuzkoa unas políticas culturales abiertas y modernas a los creadores

Hay un peso de la mitología, de las tradiciones, de un sentido determinado del patrimonio que nos lastra. Necesitamos pensar sobre nuestro patrimonio cultural en términos de futuro y no tanto de pasado. Hemos estado a la defensiva en las políticas culturales.

¿Podría concretar algo más de su ventanilla de Cultura?

Unas políticas inspiradas más en lo que en su momento fue la política del Gobierno del lehendakari, Patxi Lopez, poniendo en marcha nuevos instrumentos de financiación para la cultura, para los creadores y, sobre todo, abriéndolo a todas las sensibilidades. Y evitando que el euskera se convierta en una especie de coto cerrado e identitario; en eso Gipuzkoa tenía muchísima necesidad de aire fresco. 

Creo que han organizado también un Consejo de la Cultura.

Sí, un Consejo de las Artes y la Cultura con 15 profesionales de diferentes ámbitos, todos representativos y con unas trayectorias consagradas y reconocidas y ya han empezado a hacer sus trabajos de ver cómo esta la cultura y los sectores creativos en este territorio y cuáles deberías ser los nuevos modelos de gestión.

¿Ha sido un sector excesivamente subsidiado, tal vez?

No creo que ese haya sido el mayor problema. Es un sector subsidiado, pero lo son todos los sectores económicos. Cuando escucho lo del subsidio a la cultura me pregunto si el mueble, la máquina herramienta u otros no lo son. Aquí hay un bono cultura que hemos puesto en marcha en Gipuzkoa porque el Gobierno vasco eliminó el que estableció el anterior gobierno socialista, hay lineas de micromecenazgo, queremos cambiar la norma foral de mecenazgo para que sea mucho más atractivo el que las empresas o los particulares puedan aportar dinero o hacer donaciones.

Ahí esta el proyecto denominado META.

Efectivamente, es el proyecto de micromecenazgo.

¿Por qué le seduce tanto lo del micromecenazgo?

Me seduce porque no solo inyecta dinero a los proyectos emergentes, sino porque el apoyo que pueda merecer de la institución, en este caso de la Diputación, es más democrático: apoyamos aquello que la gente apoya. Si los ciudadanos apoyan con sus pequeñas aportaciones de 20, 30, 50 hasta un máximo de 100 euros, la Diputación pone otro tanto. Deben ser proyectos emergentes, vinculados a la creación y estamos potenciando proyectos que escapan a la cultura oficial. La cultura oficial tiene muchos canales de financiación pública y está muy desarrollada; es la responsable de que haya en Euskadi una potente industria cultural, sobre todo vinculada a la exhibición: tenemos grandes festivales, auditorios, grandes ciclos, pero ha llegado el momento de los creadores y las creadores en muchos ámbitos: en la moda, en el cine, en la música, en las artes escénicas, en la cocina. Queremos montar una escuela de cine en Tabakalera más vinculada a proyectos audiovisuales. Hay muchos campos de la creatividad que necesitan apoyo porque solo con un sector creativo pujante y poderoso no tendremos futuro. Seguir programando quincenas musicales, festivales de cine o festivales de jazz está muy bien, pero ese es un momento para el espectáculo, para la diversión, para el turismo, pero necesitamos también fomentar el talento. Y hay mucha gente joven a la que este país se le queda muy pequeño y necesita ir a grandes ciudades.

¿Por eso han cambiado también los criterios subvencionales?

Bueno, estamos en ello. Queremos distinguir los proyectos emergentes de los consolidados porque hemos advertido que en 40 años en esta Diputación no han cambiado nada. Los mismos que se beneficiaban del reparto de fondos -y seguro que necesitan ser financiados- hace 40 años, lo son también a día de hoy. Y hay una cultura no oficial que no termina de acceder a las ayudas, y son precisamente los que tienen que ver con la gente joven y los creadores. La gran revolución de las ayudas llegará el año que viene. Y diferenciaremos no por disciplinas artísticas, sino por proyectos emergentes, consolidados, proyectos de creación; otra clasificación. Y habilitar oficinas de atención a los creadores para que aprendan y sepan cómo se piden las subvenciones, porque muchas de las subvenciones hasta ahora se otorgan porque esas entidades de la cultura oficial se conocen el camino perfectamente y no fallan. Hay una nueva gente que se está buscando la vida, que no tiene ese conocimiento del camino para optar a las subvenciones y a las convocatorias. Yo quiero acercarles a la institución.

Nuestra máxima es transformación a través de la cultura con el pensamiento crítico, cambio, debate y aportaciones. Cuando hicimos ese cartel de Tabakalera quisimos cambiar la leyenda clásica de Gipuzkoa por la de pensamiento crítico, reflexión y debate.

Una de sus prioridades es introducir la cultura de los valores en el mundo de la Cultura. Pero la verdad es que, pese a la que está cayendo, no estamos en el mejor momento del pensamiento crítico

Hay que abrir la cultura de Gipuzkoa al pensamiento y al debate contemporáneos. Hay un peso de la mitología, de las tradiciones, de un sentido determinado del patrimonio que nos lastra. Necesitamos pensar sobre nuestro patrimonio cultural en términos de futuro y no tanto de pasado. Hemos estado a la defensiva en las políticas culturales. Y queremos una política cultural mucho más audaz y ambiciosa y que cale en esos sectores de gente joven que hace tiempo que esperar un señal de unas instituciones que, por cierto, ven alejadísimas.

¿Ven un retorno por parte de esos jóvenes creativos?

Sí. Hay un sector creativo muy pujante, con muchas ideas, pero muy precario, que necesita apoyos.

Este año se está celebrando la capitalidad cultural de Donostia 2016. Todas las instituciones están involucradas, ahora sí, en los fastos. Echando la vista atrás, ¿cree que hubo un castigo político a este proyecto desde algunas instituciones (Ministerio de Cultura, Gobierno vasco) cuando las instituciones guipuzcoanas involucradas en su diseño estaban en manos de EH Bildu?

No. Lo que sucedió en los últimos cuatro años es que Bildu nunca creyó en la esencia de este proyecto y el daño que se le hizo a la capitalidad, en parte, fue irreversible.

¿A qué se refiere exactamente cuando dice lo de irreversible?

Porque fueron cuatro años básicos en la gestación de la capitalidad. De hecho, en sucesivas ocasiones, la Comisión europea, el jurado que nos otorgó el título con arreglo a un proyecto que no era de la izquierda abertzale, sino que era del entonces alcalde Odón Elorza, ha sufrido más de un tirón de orejas. Ha habido dimisiones en cadena y dimisiones continuadas al frente de Donostia 2016 mientras Bildu ha gobernado. Se reclamaba el concurso de la cultura en relación a la convivencia para cerrar heridas en este país y Bildu, que estaba eufórica de poder en 2011, en vez de trabajar el campo de la convivencia y de la sanación de nuestras heridas, recuperó toda su artillería clásica y el discurso-relato del conflicto político con el Estado y de la lucha armada, en vez de hablar de terrorismo. Esa falta de fe hizo que el proyecto estuviese muy hipotecado. Ahora las instituciones tenemos una mirada común y compartida. El proyecto acusa aún lastres del pasado por su falta de definición y fe en algunos de sus ámbitos, de saber a qué público se dirige en algunos de los eventos culturales, pero va a dejar un poso sin duda para un cambio de gobernanza de la cultura desde lo público, un fomento de la creatividad, una apertura y una gran celebración de la paz.

Parece que llega un poco tarde el proyecto, la sociedad se mueve ya en otros claves, tras cuatro años sin terrorismo de ETA.

Sí, ha pasado la página, es posible. Pero han pesado más los vaivenes del proyecto. Es verdad que el modelo no está basado en grandes fastos y, la única vez que lo ha habido salió mal, que fue la inauguración.

Y se gastaron decenas de millones de euros esa noche.

Sí, fue un error mayúsculo. Pero salvo eso lo que veo es que una multiplicidad de minorías que están encontrando su espacio de consumo cultural del 2016. Mucha gente joven disfrutando.

  

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