Deporte escolar: ¡las niñas y los niños primero!
Deporte escolar: ¡las niñas y los niños primero!
Gipuzkoa atesora innumerables talentos y una gran cantera en diferentes disciplinas gracias a un sistema comprometido con el valor del multideporte
Pocos programas públicos hay en nuestro entorno que incidan más en el día a día de las familias, que el deporte escolar. Gipuzkoa fue pionera en su momento cuando el entonces Diputado Socialista de Deportes Jose Antonio Santano puso en marcha un modelo que integraba la práctica deportiva en los centros escolares, fomentando la educación en valores y ordenando la iniciación al rendimiento. Ya sé que somos poco dados en Gipuzkoa a sacar pecho por nuestros éxitos, pero lo logrado en estos 25 años -pasar de un 30% a un 80% de participación- merece un homenaje a todas las personas que desde los centros escolares, federaciones, clubes, ayuntamientos y sucesivos gobiernos forales han apostado por un sistema que ha situado a Gipuzkoa en las cotas más altas de práctica deportiva, sin olvidar el papel de los padres y madres, que se encargan de llevar y traer a sus hijos a los partidos de los fines de semana.
Cuando en la Diputación nos propusimos abordar una reflexión compartida con la comunidad del deporte escolar sobre el funcionamiento de este programa, lo hicimos convencidos de que muchas cosas han cambiado en el entorno de los niños y niñas: el curriculum escolar está cada vez más copado por todo tipo de actividades complementarias y las familias han visto enormemente reducido el tiempo del que disponen para el disfrute y el esparcimiento -entre tanta actividad se está perdiendo algo tan arraigado en Gipuzkoa como la cultura de ir al monte en familia los fines de semana-. Por otro lado, y tras un exhaustivo análisis, se evidencia que hay importantes carencias en la formación de los monitores, que persiste aún una brecha entre niños y niñas en el nivel de participación deportiva, y que el índice de abandono juvenil es aún demasiado alto. También han emergido de forma incipiente prácticas poco recomendables como la captación, entre clubes de fútbol, de chavales aún demasiado pequeños agudizando el espíritu competitivo del itinerario de rendimiento.
Con estos y otros elementos sobre la mesa, iniciamos hace 7 meses un proceso participativo para el que constituimos un grupo de reflexión en la que todos los estamentos estaban representados: centros de enseñanza, clubes, federaciones, asociaciones de padres y madres, Universidad del País Vasco y la oficina del Ararteko. Uno a uno fuimos tratando de desentrañar hasta un total 10 nudos que versaban sobre muchos de los aspectos anteriormente mencionados
A la vista de lo recurrente que resultaba el mundo del fútbol en muchos de los debates que hemos mantenido, en seguida comprendimos que sería necesario generar un espacio propio para la discusión de las cuestiones que atañen directamente a esta disciplina, razón por la que se decidió convocar en paralelo la comisión tripartita compuesta por la federación guipuzcoana de fútbol, la Real Sociedad y la propia Diputación. ¿Qué quiero decir con todo esto? Que si alguien quiere rebatir las medidas que se proponen puede hacerlo con todo el derecho del mundo, pero no se podrá alegar falta de participación. Tanto es así que fue precisamente en esa comisión tripartita donde la propia Federación de Futbol propuso que se explorase lo que después parece haber terminado siendo una de las medidas más controvertidas: la regulación del tránsito -fichajes, para entendernos- de chavales de unos clubes a otros a edades tempranas. Huelga decir que el resto de estamentos entiende la lógica de esta medida como la única forma de evitar la mercantilización prematura de jugadores, y lo más paradójico de todo es que buena parte de los clubes de futbol vizcaínos están solicitando que se regule esta cuestión como lo hará a partir de ahora Gipuzkoa.
Lo cierto es que siempre ha habido una parte del futbol organizado que no ha compartido la filosofía de este sistema porque al parecer limita nuestra capacidad de generar talentos desde edades tempranas. Y sin embargo, creo que no exagero si afirmo que Gipuzkoa cuenta con una de las mejores canteras futbolísticas de España, amén de gozar de equipos masculinos y femeninos en las máximas categorías. Quizás lo que no se termina de comprender es que hay vida más allá del fútbol, que Gipuzkoa atesora innumerables talentos en disciplinas como el balonmano, el piragüismo, la pelota, el ciclismo, el baloncesto, el atletismo, el hockey, la natación, y un largo etcétera que no podemos disociar de un sistema comprometido con el valor del multideporte, con toda la riqueza de habilidades y recursos que ello aporta a nuestros niños y niñas.
El mayor de los avances que se va a producir con esta renovación del deporte escolar es el adelanto de la edad de inicio de los 8 a los 6 años. Si fuimos pioneros hace dos décadas, lo seremos una vez más ampliando el derecho -que no la obligación– y ofreciendo la oportunidad a las familias de poder introducir a niñas y niños desde la categoría de prebenjamín en actividades físicas que no son deporte en sentido estricto, pero que contribuyen a una mejora de las capacidades motrices básicas a esta edad a través fundamentalmente de juegos. Según muchos expertos la iniciación precoz puede contribuir a generar una mayor adherencia a la práctica deportiva que a la larga rebaje la tasa de abandono juvenil.
Nos comprometemos a formar más y mejor a los monitores para tratar de elevar el nivel de los entrenamientos; nos comprometemos a emplear más recursos públicos para sufragar las mejoras que necesitamos emprender; nos comprometemos a seguir trabajando para que prevalezca la educación en valores, como el corazón del deporte escolar, con el objetivo de prevenir enfermedades y fobias sociales y de combatir la violencia en el deporte. Nos comprometemos, en suma, a preservar un sistema que ha demostrado su bondad y eficacia para aumentar la práctica deportiva, mejorar la salud y proporcionar a Gipuzkoa una de las mejores canteras en muchas especialidades. El deporte escolar es un gran legado que hemos recibido y tenemos la obligación de entregar a quienes nos sucedan con el mismo espíritu fundacional con el que nació: la protección y educación de nuestros niños y niñas.
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