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Fortalecer Europa desde Gipuzkoa

Artículo de opinión publicado por Imanol Lasa en 'El Diario Vasco' con motivo del Día de Europa

Durante siglos, Gipuzkoa ha forjado  su idiosincrasia como espacio de tránsito y ocupado una posición avanzada en el intercambio de bienes e ideas que cambiaron el mundo. No es casual que cerca de dos tercios de las importaciones y exportaciones guipuzcoanas tengan lugar en el marco de la Unión Europea, dato que confirma la continuidad histórica de un Territorio que alumbró, entre otros, la Compañía de Jesús y la Gipuzcoana de Caracas; el genio de Elkano y Urdaneta; el movimiento cooperativo de Mondragón; el Lehendakari Agirre; el talento artístico de Baroja o Balenciaga, Lete y Laboa, Chillida y Oteiza, o la creatividad gastronómica de su nueva cocina.

Una vocación aperturista que adquiere especial relieve mañana, 9 de mayo, Día de Europa, y este  2016, cuando se cumplen 30 años de la pertenencia de Euskadi y Gipuzkoa a la UE. Esta fecha nos recuerda que, pese a los avances, a las instituciones vascas nos queda mucho camino por recorrer en el proceso de integración. Ni el Parlamento vasco, ni las Juntas han celebrado hasta la fecha sesiones plenarias para tratar monográficamente la cuestión y su impacto sobre la autonomía vasca y foral. Tampoco se han celebrado sesiones de gobierno para ocuparse del nuevo marco político de convivencia que compartimos con otros 500 millones de europeos.

Otro dato esclarecedor es que Euskadi ocupa el puesto 20, entre 282 regiones, en participación en iniciativas europeas privadas ligadas a I+D+i, Clusters, y empresas, y el puesto 25 en captación de fondos europeos de este ámbito. Sin embargo, si se analizan la participación y presencia social e institucional, la realidad es muy distinta: Euskadi supone el 5-6% del Estado teniendo en cuenta indicadores como el PIB o la población, pero su participación en programas europeos no alcanza el 1,5%. Lo que significa que el sector privado ha ido por delante y que, a nivel institucional-social, no hemos aprovechado toda nuestra capacidad.

Para revertir esta situación, la Diputación ha puesto en marcha la estrategia Gipuzkoa Indartuz, dentro de la cual se creará una Oficina Virtual para asesorar a los ayuntamientos sobre las posibilidades que ofrece la Unión Europea en el Periodo 2014-2020, tanto en cuestiones de cofinanciación de proyectos como para establecer alianzas con municipios y comarcas de otra regiones europeas. No se trata solo de acceder a recursos económicos, sino de intensificar la participación en redes de especial interés  como la buena gobernanza, las políticas sociales, ‘smart city’ o promoción económica. El papel de los ayuntamientos es esencial, y vamos a poner a su disposición los recursos de la Diputación para allanarles el camino.

Los municipios y las regiones como Gipuzkoa tienen también una importancia capital en la democratización y la construcción de una Europa de las personas. La crisis de los refugiados, o, anteriormente, la gestión de la llegada de inmigrantes a Italia y Grecia, o la Guerra de los Balcanes, ponen de manifiesto la brecha abierta entre la ciudadanía y los centros de decisión –las élites europeas-. Europa no puede dar la espalda a sus principios fundacionales, a los valores y derechos humanos que constituyen su esencia, ni a los tratados que ha firmado, como el de Lisboa, que blindan su carácter social. Este tratado dice, textualmente, que la Unión combatirá la exclusión social y la discriminación y fomentará la justicia y la protección sociales, la igualdad entre mujeres y hombres, la solidaridad entre las generaciones y la protección de los derechos del niño.

Gipuzkoa requiere una estrategia de europeización, que coordine todas las acciones y proyecciones exteriores del Territorio, y las dote de sentido y coherencia política. Es una oportunidad, pero también una necesidad, una obligación, en la que la Diputación está inmersa. Una comunidad como la europea, que está orgullosa de ser la cuna del estado de bienestar y de su sistema de protección social, debe estar a la altura también en un momento histórico como este. En este ámbito, nuestra aspiración es convertir a Gipuzkoa en el territorio europeo con menor desigualdad social esta legislatura. El punto de partida es bueno, ya que el coeficiente Gini nos sitúa muy por encima de la media europea, pero hay que seguir trabajando para superar los estándares de Finlandia, Suecia o Holanda.

Potenciar la dimensión europea e internacional del tejido empresarial e industrial es otro de los grandes retos, promoviendo la europeización de nuestras pymes a través de antenas comerciales que faciliten su competitividad, mediante la mejora de sus capacidades de innovación, o para contribuir a la expansión de iniciativas desde y hacia Gipuzkoa.  La conexión con otras regiones europeas como Lombardía o Baden-Wüttenberg, o incluso con Estados como Luxemburgo, podría servir de estímulo y apoyo al desarrollo de una euroregión vasca.

Gipuzkoa cuenta, en ese sentido, con una posición de privilegio para impulsar Euskadi como euroregión. El reciente cambio político en Nafarroa y la próxima configuración de Iparralde como colectividad territorial son circunstancias especialmente favorables al impulso de un proyecto vasco-europeo. Asimismo, la ‘joie de vivre’ de Gipuzkoa en su dimensión gastronómica e identitaria representan el atractivo de la singularidad en un entorno de homogeneización global. Un pueblo que además de trabajar, baila en los Pirineos, como dijo Victor Hugo. Sin dejar de lado la riqueza que el euskara aporta al patrimonio cultural europeo o la oportunidad que supone Donostia 2016. Europa cuenta para Gipuzkoa, y Gipuzkoa debe seguir contando para Europa.

  

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