Gipuzkoa, territorio de futuro
Gipuzkoa, territorio de futuro
El mundo actual, en constante cambio, nos exige más que nunca analizar la profunda transformación socio-económica que vive nuestra sociedad, y adelantarnos para garantizar el bienestar de nuestra sociedad.
Una célebre frase del respetado sociólogo francés Pierre Bordieau anima a sus colegas a “combatir en sí mismo al profeta social que su público le pide encarnar”. Bordieau se refería a esa tendencia tan humana de tratar de vaticinar el futuro, habilidad tantas veces exigida a los sociólogos, pero también en muchos casos a los y las representantes políticos. Porque tendemos a pensar en el futuro de nuestras sociedades como si de una realidad predecible al 100% se tratara, cuando no como una especie de destino inexorable. Olvidando que somos los ciudadanos y ciudadanas –y sus representantes públicos– quienes, con nuestras decisiones diarias, vamos dando forma al futuro de nuestras sociedades.
Hace tres años, cuando accedimos al gobierno de la Diputación de Gipuzkoa por segunda vez, teníamos ante nosotros el difícil reto de transformar la enrarecida atmósfera en la que se había instalado Gipuzkoa. Un contexto de parálisis y de polémica constante que anclaba a la sociedad guipuzcoana a debates del pasado. Una pesada mochila llena de problemas y proyectos estratégicos, cuya resolución resultaba necesaria para el correcto funcionamiento y el desarrollo del territorio, pero que, lamentablemente, seguían sin ser resueltos.
Una carga que hemos conseguido aligerar poco a poco en estos últimos años, asumiendo el liderazgo y la responsabilidad que se le presupone a la Diputación de Gipuzkoa. La reactivación de las obras de Descarga, por ejemplo, permitirá culminar la rotonda de Gipuzkoa de vías de alta capacidad el año que viene. En 2019 contaremos también con nuevas infraestructuras para la gestión de los residuos que resolverán definitivamente el problema de las basuras. Sin olvidar el papel activo que hemos jugado en el esfuerzo conjunto de reactivar nuestra economía y de trabajar para que la mejoría económica llegase a todos los hogares, así como de impulsar las primeras intervenciones para la regeneración de Pasaialdea.
Sin embargo, resolver los problemas existentes no puede ser el único cometido de la responsabilidad pública. El mundo actual, en constante cambio, nos exige más que nunca analizar la profunda transformación socio-económica que vive nuestra sociedad, y adelantarnos para garantizar el bienestar de nuestra sociedad. En efecto, encaminar estos acuciantes problemas permite ahora a Gipuzkoa levantar la mirada hacia el futuro. Y hacerlo alejándonos decididamente de esa posición de “profeta social” que tanto denostaba Bordieu.
En una reciente encuesta, al preguntarles a los guipuzcoanos y guipuzcoanas sobre la incertidumbre que les generaba su propio futuro y el de sus allegados, el grado de preocupación se situaba en un 8,26 sobre 10. La inquietud sobre el futuro es palpable, por lo tanto, quizá como consecuencia de la última crisis económica. Todo indica además que las incertidumbres existentes no desaparecerán. Y ante esa realidad cambiante, ante todas esas preguntas que se nos plantean en esa primera mitad del siglo XXI, debemos actuar para decidir cómo queremos que sea el avenir. Para que en el futuro Gipuzkoa siga siendo un territorio competitivo económico y equilibrado en los social.
¿Qué tipo de atención queremos ofrecer a las personas mayores, en una sociedad que está envejeciendo de forma acelerada? ¿Qué herramientas pondremos encima de la mesa para que podamos conciliar entre la vida profesional y laborar? ¿Qué hacer para que la igualdad entre hombres y mujeres sea una realidad y erradicar la violencia machista de nuestra sociedad? ¿Cómo podemos innovar en nuestras políticas lingüísticas para impulsar el uso del euskera entre los jóvenes? ¿Cómo favorecer la transformación de nuestra industria hacia la digitalización? ¿Qué oportunidades generará para nuestra industria la extensión de la electromovilidad?
Ante estas preguntas, caben dos opciones. Situarse en una posición de resistencia y negar los cambios tan de fondo que se están dando en nuestra sociedad. O analizar esa transformación, aceptar la responsabilidad de cada uno y construir desde hoy la Gipuzkoa del futuro. Gipuzkoa como territorio de futuro. La Diputación ha tomado esta segunda posición. A través del programa Etorkizuna Eraikiz, estamos tratando de afrontar esos desafíos de forma innovadora, compartida, experimental y vanguardista. Siendo la sociedad guipuzcoana quien defina y domine ese futuro, en vez de que las tendencias imperantes nos definan y nos dominen a nosotros.
Los desafíos que mencionamos, en muchos casos, son comunes a realidad que vive Euskadi y Europa. La grave crisis humanitaria que se está viviendo en el Mediterráneo nos recuerda que debemos generar herramientas para que las personas migrantes lleguen a nuestros barrios, pueblos y ciudades puedan encontrar un puesto de trabajo como medio para integrarse en la sociedad. En un contexto en el que las desigualdades sociales amenazan con el equilibrio y la justicia social, debemos seguir tomando medidas para que las desigualdades no se abran hueco en nuestra sociedad. Afortunadamente Gipuzkoa es una sociedad cohesionada, con hondas raíces solidarias y avanzados servicios sociales. Hasta ahora hemos puesto coto a las desigualdades, pero debemos seguir reforzando este modelo.
Ese debe ser el objetivo. Trabajar para que Gipuzkoa sea uno de los territorios con menor desiguadad de Europa. Basada en una economía fuerte y competitiva que se cimienta sobre una industria avanzada, proveedora de puestos de trabajo de calidad para todas las personas que viven en nuestro territorio.
El camino que, mediante Etorkizuna Eraikiz, hemos elegido para afrontar todos estos desafíos de futuro se basa en una doble vía. Por un lado, la vía de la experimentación: se trata de poner en marcha experiencias piloto, casos concretos, que nos permitan sacar conclusiones detalladas para extender procesos transformadores a todo el territorio. Por otro lado, se encuentra la vía de la colaboración con la sociedad organizada.
Esta misma semana hemos informado en los Cursos de Verano de la UPV de los primeros resultados que arrojan las experiencias piloto de Etorkizuna Eraikiz. Entre otros, se han presentado las conclusiones de 20 experiencias piloto en el ámbito de la conciliación y la igualdad en otras tantas empresas del territorio. Un proceso de experimentación alcanza ya a 2.500 personas y, además, ha suscitado el interés de 380 compañías guipuzcoanas, que han pedido poder seguir de cerca el proceso. Alguno de los casos ha servido para reducir la brecha salarial en la empresa, y en otro se ha conseguido aumentar la presencia de las mujeres en los puestos directivos, por citar alguno de los resultados más tangibles de estas experiencias que seguirán implementándose en las empresas del territorio.
El impulso a la conciliación e igualdad, la participación de las personas trabajadoras, el envejecimiento saludable, la ciberseguridad, la creación audiovisual en euskera, la inserción social, la industria ligada a la electromovilidad… No son desafíos que una institución o un representante público pueda abordar de forma individual. La Diputación está asumiendo su responsabilidad para que Gipuzkoa lidere apuestas en todos esos ámbitos, pero se trata de desafíos de enorme calado que debemos abordar conjuntamente, instituciones y sociedad. Para que sigamos construyendo el futuro conjuntamente, sin que ninguna persona se quede atrás.
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