San Telmo Museoa presenta la exposicion “Kiputz. Un abismo en la prehistoria.”
San Telmo Museoa presenta la exposicion “Kiputz. Un abismo en la prehistoria.”
Los esqueletos de animales encontrados en la sima de Kiputz nos cuentan cómo era nuestro entorno en la última glaciación.
Durante la última glaciación, la cornisa cantábrica tenía poco que ver con la que hoy habitamos. Para conocerla mejor, ha sido de gran valor el estudio de los huesos de animales hallados en la sima de Kiputz, en Mutriku (Gipuzkoa), que se convirtió en una trampa en la que caían los animales por su disposición engañosa.
La exposición “Kiputz. Un abismo en la Prehistoria”, que se podrá visitar en el Museo San Telmo desde el 16 de noviembre de 2019 hasta el 9 de febrero de 2020 y posteriormente en el Museo de Altamira, está organizada por ambos museos, Gordailua y la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Pedro Castaños y Xabier Murelaga han sido los comisarios.
Esta muestra nace del fruto de la colaboración estrecha entre Gordailua, San Telmo Museoa y el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira. Al principio, el proyecto surgió de la puesta en práctica del convenio firmado entre la Diputación Foral de Gipuzkoa y San Telmo por el que éste último trabaja en la produccion de exposiciones con piezas de Gordailua en proyectos conjuntos y coordinados. Posteriormente uno de los comisarios de la muestra, Pedro castaños sugirió la posibilidad de que en el proyecto participara el Museo Nacional de Altamira, puesto que uno de los esqueletos completos que se van a exponer (el correspondiente al Bisonte estepario (Bison priscus) corresponde a la especie representada en el techo de los polícromos de la cueva de Altamira.
La directora, Pilar Fatás, aceptó el reto y mediante diversas reuniones realizadas en Bilbao, se ha elaborado entre San Telmo, Altamira, Gordailua y Aranzadi la exposición que podemos ver. Habría que destacar la puesta a disposición por parte de Gordailua (con permiso del Gobierno Vasco) de tres esqueletos completos de Bisonte estepario, reno y ciervo fruto de las excavaciones de la sima-trampa de Kiputz IX que se encuentra el el término municipal de Mutriku (en la zona de la carretera del calvario), que son las piezas principales de la exposición.
Como se trataba de una sima-trampa en la que caían los animales y morían al no poder salir, los esqueletos se hallan mucho más completos que en los yacimientos en los que habitaba el hombre paleolítico. En estos últimos, la acción de caza y el despiece de los animales cazados, así como el aprovechamiento de los tuétanos, hacen que los restos conservados estén siempre mucho más fragmentados.
La exposición nos habla también de un momento de máximo glaciar (entre hace 18.000-22.000 años aproximadamente) en el que la bajada del nivel del mar , de unos 135 m.)crea una zona de estepa en frente de nuestras costas actuales y sobre todo frente a la costa de las landas. En estas zonas se desplazarían los grandes rebaños de renos algunos de cuyos ejemplares (más numerosos que en cualquier otro yacimiento de la penísnsula ibérica) cayeron en la trampa de Kiputz y llegaron hasta nosotros gracias a las excavaciones arqueológicas realizadas.
Desde esa época , el planeta ha ido calentándose poco a poco, hasta que desde 1950 aproximadamente el calentamiento global del planeta se ha acelerado debido, probablemente a factores humanos. Esto ha promovido la extinción en nuestro suelo de especies como el reno que se han desplazado poco a poco hasta el norte de los países escandinavos.
También hemos introducido la figura humana mediante las representaciones parietales que acompañan a los restos óseos presentados. Las figuras de Altamira, Altxerri y Danbolinzulo son exponentes del sentir artístico del ser humano paleolítico ante la presencia de esos animales en su paisaje vital.
Por fin , el arte actual está también presente por medio de los magníficos cuadros de Jesus Mari Lazkano que nos aportan la sensación de frío de ese máximo glaciar , de ese clima estepario que albergaba los animales que fueron cayendo poco a poco en la sima trampa de Kiputz y se han conservado hasta nuestros días.
1728