Bañeros y bañeras de Cestona

Al agua mineral se le han atribuido importantes virtudes curativas en las más diversas culturas, sin que nuestro país, donde abundan los manantiales con propiedades medicinales, sea una excepción, si bien, con notorio retraso. Es a partir del siglo XVIII cuando se inicia un gran avance en su aprovechamiento, como consecuencia del mayor conocimiento científico y cambios en los comportamientos sociales.

El prestigio de las aguas minero-medicinales no dejó de crecer en las siguientes décadas, alcanzando su máximo esplendor a mediados del siglo XIX y que ha durado, con los lógicos altibajos, una centuria. Solo en Gipuzkoa, en su entorno, tras declararlas de utilidad pública, se pusieron en marcha hasta once balnearios con un director médico. De todos ellos: "Baños Viejos" o de "Ibarra" de Arechavaleta, Cestona, Escoriaza, Gaviria, "Insalus" en Lizarza, "Nuestra Sra. de los Remedios" (Ataun), Ormaiztegui, "Jardín de Otalora" (Arechavaleta), "San Juan" de Azcoitia, "Santa Águeda" de Mondragón, "Urberuaga" de Alzola, el más destacado es el citado en segundo lugar, el de Cestona.(1)

La nueva actividad supuso un importante desarrollo para la zona y específicamente para Cestona, con la creación de nuevos empleos, que en unos casos duraban todo el año, aunque en la mayoría, solo la época veraniega. Entre los mismos cabe citar, entre otros, a los carpinteros, albañiles, linterneros dedicados básicamente al mantenimiento, cocineros, pinches, criadas internas dedicadas al cuidado de las habitaciones y al servicio de comedor y la limpieza, así como los especializados en el embotellado de agua (en botellas de vidrio que se protegían con una especie de forro de paja) y los bañeros y las bañeras.

Balneario de CestonaEl Balneario de Cestona a mediados de los años 70 del siglo XX. Julen Zabaleta.

 

(1) Historia de los balnearios guipuzcoanos. José Mª Urquía Echave: Euskal Medikuntzaren Historia Minteguia y Medikuntza historiaren Euskal Elkartean. Bilbao 1985.