El transporte de personas y mercancías ha tenido una gran importancia en todas las épocas, habiéndose utilizado diversos medios, cada vez más complejos y eficaces. Sin embargo fue el verano de 1.862 cuando el francés Etienne Lenoir puso en marcha el primer vehículo motorizado "el coche sin caballos" cuyo desarrollo iba a revolucionar los desplazamientos.

 Al principio los vehículos con y sin caballos eran muy parecidos, por lo que las carrocerías siguieron construyéndose con los mismos criterios y de forma similar, en su mayor parte de madera, por carpinteros especializados auxiliados por otros profesionales como herreros, tapiceros y cerrajeros. Pero los avances en la construcción de automóviles, a partir del último tercio del siglo XIX, y sobre todo el inicio de su fabricación en serie, supuso cambios importantes en su trabajo.

Estos profesionales a los que ya se cita en el siglo XVIII, como ebanistas especializados en la construcción de carrozas -de las que toman su nombre pasaron, doscientos años mas tarde, a equipar los motores y chasis que suministraban sus fabricantes, lo que les permitía ofrecer distintos modelos, o bien realizar su trabajo de acuerdo con los encargos específicos de los clientes.

Taller de carrozado a fínales del sido XVIll, según Diderot y d'Alembert.