Cocineras

También llegaban con las familias veraneantes y tenían un rango superior al resto del servicio doméstico, siendo su función básica la preparación de las comidas.

Era frecuente verlas en los mercados y las tiendas acompañando a las “señoras”, provistas de una cesta, lo que era una imagen habitual en el veraneo de la época.

Habían aprendido el oficio con sus madres o en casas que tenían pupillaje. Algunas tenían fama de ser muy buenas profesionales.

Es muy destacable que un notable número de jóvenes del servicio doméstico interno, que procedían del interior español, acabaran casándose con jóvenes de pueblos costeros. Posiblemente, la estricta moral de la época, que se prolongó hasta mediados del siglo pasado y que vigilaba y controlaba hasta las más simples relaciones entre nuestros jóvenes de distinto sexo, propició los acercamientos con las jóvenes que nos visitaban temporalmente (y en ocasiones durante muchos años) y que resultaban más fáciles y menos comprometidas lo que acabó en matrimonios en muchos casos.