Las tareas

El maestro constructor que era además albañil y encofrador, era el que adquiría el compromiso con el propietario y asumía la ejecución de la obra y la llevaba a cabo. Cuando ésta estaba avanzada, contrataba un carpintero, frecuentemente colaborador habitual, quien construía la estructura del tejado en el caso de que éste fuera de madera, así como las puertas y ventanas. El dueño seguía de cerca la construcción y resolvían los problemas que surgían sobre la marcha.

Las dimensiones de la estructura de hormigón se determinaban por experiencia y observando las de otras construcciones anteriores que habían dado buen resultado. Columnas de sección 30x30 cm. eran normales y se construían hasta de 40x40 cm. en plantas bajas que debían soportar el peso del carro o tractor. Los postes se distribuían de manera que se adaptaran a la distribución interior.

Frecuentemente para levantar o reparar muros y paredes debían de extraer piedra, lo que hacían de algún lugar lo más cercano posible utilizando picos y palancas, y en algunos casos dinamita, lo que tenía el inconveniente de que en ocasiones "reventaban" el material, por lo que una vez colocado "no dejaban correr el agua, permitiendo las filtraciones al interior de la edificación". Las piedras se escuadraban a cincel y martillo en caso de que fuera necesario y se unían con masa de cemento y arena preferentemente de mar por ser más limpia. En muchos casos levantaban "muros de piedra en seco", colocando y ajustando bien unas piedras contra otras, sin masa que las uniera, para lo que debían seleccionar la piedra con la forma más adecuada.