Contratos

Son numerosos los contratos entre las parroquias y los maestros organeros para construir nuevos órganos o reparar los existentes. A título de ejemplo reproducimos dos del siglo XVIII.

 

Parroquia de Elgoibar 

El año 1731, la parroquia de Elgoibar decide reparar el órgano y llaman el maestro organero Antonio Balzategui para que instale el nuevo teclado, el secreto y otros instrumentos, teniendo que finalizarlo para las Navidades de ese mismo año.

El nuevo teclado tenía que ser de madera de boj fino, con sus correspondientes reducciones y 45 teclas. Había además que añadir varios registros a los que entonces tenía el viejo órgano. Por su parte el "secreto" tendría que hacerlo con madera de nogal, construido en dos piezas bien ajustadas, utilizando cuantos tablones fueran necesarios para que la conducción del aire fuera perfecta y no hubiese fuga alguna. Asimismo debería colocar a la perfección los registros de la chirimía, ecos de corneta, tres caños por punto y sobre cimbala.

Por otra parte, era necesario colocar media mano de clarines que junto a la chirimía había que sujetar en la cornisa de la fachada del órgano. También había que construir tres fuelles del tipo abanico, con unas medidas de 3 pies de ancho y 6 y medio pies de largo, con sus correspondientes ventanillas y contra ventanillas, forrarlos por dentro y colocar los soportes y palancas necesarias para poder levantarlos. Estos fuelles había que encajonarlos perfectamente para defenderlos de los ratones.

En cuanto al resto del órgano, había que revisarlo y de encontrar alguna avería, estaba obligado a repararlo. Además el maestro organero tenía que hacer y colocar ocho caños de aquellos que denominaban contras, con sus correspondientes secretos y movimientos.

Por lo general, los pagos se efectuaban a plazos. En esta ocasión iba a cobrar por toda la obra 5.500 reales que decidieron pagarle en tres plazos, el primero, 1.833 reales y 11 maravedís al comenzar con el trabajo. El segundo del mismo importe, al año y el resto pasados dos años. Además mientras Antonio Balzategui y sus oficiales estuviesen trabajando, la parroquia se encargaba de su manutención.

Una vez hechos los pertinentes arreglos lo afinó por dos veces para que de esta manera quedara perfecto. Entre otros materiales se llegaron a utilizar 40 libras de estaño y necesitaron 8 días para efectuar la reparación.

Para verificar los arreglos y tasar la obra se nombró a Santiago Erdoiza beneficiado de la iglesia parroquial de Elorrio y experto organista que, tras examinarlo, y bajo juramento (poniendo la mano en el pecho), manifestó que la obra efectuada en el órgano había sido perfecta quedando con un excelente sonido.(1)

 

Parroquia de Aretxabaleta

En 1779 la iglesia parroquial de Arechavaleta decide reparar y reformar el órgano estableciendo las condiciones en que debía llevarse a cabo.

Era preciso reparar el "secreto" principal con todas sus lapas, registros y ventanillas con 45 canales abiertas a pulso. Asimismo hacer nuevos todos los caños que faltaban a los registros como el flautado mayor, octava, docena, quincena, cimbala, trompeta real, corneta, clarín y dulzaina lo que exigía aumentar a todos los tablones de transporte y plantillas, los 1 tres canales que le faltaban por el aumento de las tres teclas.

Había que colocar la trompeta real a ambos costados de la caja, debido a la imposibilidad que existía para ponerla en otro lugar y poderla afinar. Por todo ello tendría que hacer un tablón de transporte con su escuadra correspondiente donde asentarlas, con sus panderetes y cuanto fuese necesario para su perfecta colocación.

De la misma manera se necesitaba limpiar todos los caños y la fachada del órgano, afinando todo ello como correspondía. Con referencia a la cañutería y los caños de lengüeta, habría que bruñirlos, así como las caniles y muelles, renovando las cuñas y metales "berberiscos".

José Antonio Aipiaiu Gómez José Antonio Aipiaiu Gómez.

Un experto tenía que colocar los tres fuelles sobre la puerta del coro, uno encima de otro, siendo su asentamiento por cuenta de la parroquia. Sin embargo el maestro organero tenía que reparar los tres fuelles cambiando todos los "baldreses", "capiruchos", "inguletes", "corazones", "puertas" y "ventanillas", así como los conductos mayores y menores hasta el principal.

Por otra parte había que añadirle, por carecer de ellos, un registro de "bajoncillo" de la mano izquierda, colocado en la fachada con su tablón de transporte. Hacer un balconcillo de hierro con sus barras para mantenerlos en buena posición. También había que hacer un registro de clarín de campaña de la mano derecha y colocarlo en la fachada de la misma manera que el "bajoncillo".

Toda esta obra tenía que estar finalizada para la Navidad de ese mismo año, bajo la supervisión del maestro organista del convento de San Francisco de Mondragón, Fray José de Aguirre, así como la del maestro organero Domingo Arrazola de Oñate.

Los pagos querían efectuarlos de dos maneras, en el momento de hacer el contrato se le daban 1500 reales y el resto de fanegas de trigo al año hasta completar el pago.

Dado que el organista José Aguirre era uno de los que tenía que dar el visto bueno, escribe una carta a la parroquia dando su parecer de las obras que eran necesarias para que el órgano quedase perfectamente acabado.

Consideraba que se debían añadir dos registros de lengüetería, un oboe en la mano derecha y una chirimía en la izquierda y quitarle la dulzaina vieja que tenía.

Para que el órgano quedase más airoso y las voces fueran más gratas al oído, tendría que elevar la caja como unas tres cuartas, justa hasta que la tarjeta o último remate tocase la bóveda. Por lo tanto era preciso bajar el teclado la consiguiente altura, siendo los registros con sus correspondientes árboles de hierro y paletillas, hechos por el maestro organero. De cumplir con estas premisas, se debería añadir 200 reales a los 5.050 con que había sido valorada toda la obra. Al mismo tiempo consideraba que la dulzaina vieja era mejor que se la quedase el maestro organero. Era de la opinión que para realizar los arreglos, uno de los maestros a los que se le podía confiar era Andrés Gasparini, contando además que la obra una vez finalizada iba a ser contrastada por un experto maestro de prestigio.

Dadas la recomendaciones del fraile y organista Aguirre, se contrata al maestro Andrés Gasparini, el cual se compromete a realizar los arreglos y reformas para el mes de junio de 1780, siendo valorados en 5.200 reales pagaderos de una manera un poco especial. Al momento de hacer el contrato se le abonan 1.600 reales recaudados entre los vecinos de Arechavaleta, al comienzo de la obra, 6 fanegas de trigo y hasta completar el dinero acordado, 10 fanegas de trigo por año. (2)

 

Nota: Nuestro agradecimiento a José Ignacio Alberdi Egaña, el mayor conocedor de los maestros organeros de Azpeitia, por las numerosas y valiosas informaciones que nos ha facilitado.

 

(1) A-H.P.G.O. L-1-1674, folio 163.

(2) A.H.P.G.O. L-1-936, folio 88.