El final de un oficio importante

En torno a los campaneros y las campanas, han quedado en el recuerdo popular numerosos hechos y leyendas ocurridos en el pasado. Se cuenta del hijo de un campanero de Salinas de Leniz, tenía que tocar las campanas por la mañana, lo que le obligaba a levantarse a hora temprana. Sin embargo, su ingenio acabó permitiéndole hacerlo desde la cama, mediante un sistema de alambres y cuerdas que llegaban a su dormitorio, situado en una casa próxima a la Iglesia, desde donde cumplía con la obligación impuesta por su padre. No debía de ser el único, pues el sacristán de Soraluze también cumplía con su oficio desde la cocina de su domicilio. La electrificación ha hecho más posibles estas prácticas.

Luis Ecenarro manifiesta que, las rivalidades entre nuestros pueblos vecinos se creía se reflejaban en los toques de campanas. Cuando la esquila del campanario de uno de ellos volteaba rápidamente, "parecía decir, betimiseri... betimiseri". Y la campana de un pueblo cercano con voz abaritonada y ritmo más lento le zahería diciendo: "san... daizango...izan...daizango.". Y la enorme campana de otro pueblo, con voz de bajo profundo y compás exageradamente lento, proclamaba su indiferencia ante la rivalidad de sus vecinas: "Or... kompón... or... kompón..."

También Ramiro Larrañaga (Soraluce-Placencia de las Armas. Monografía histórica 1993, pag. 147/148) nos cuenta que, ante la proximidad de una tormenta, el soraluzetarra Joxe Urizar "Arteta", avisaba a sus convecinos utilizando la campana de la ermita de San Andrés, situada en la parte alta del pueblo, que anunciaba: "An, An, An" (allí, allí, allí), "Nun, nun,Nun" (Dónde, dónde dónde), contestaba al rato la campana llamada Santa Bárbara de la torre de la iglesia parroquial, con su sonido grave y profundo. Y como para entonces ya estaban muy cerca los negros nubarrones, las campanas de las monjas de Santa Clara certificaban el inicio del chubasco con sus volteretas "tellatuan, tellatuan, tellatuan" (en los tejados, en los tejados, en los tejados).

Eliza

Los campaneros veteranos han formado asociaciones (de notable tradición en varios países europeos), que reúnen a los que tuvieron esta profesión, como la Cofradia de Campaners de Cataluña, que organiza reuniones (Trobada de Campaners), que en Abril del 2001 celebró su catorceavo encuentro en Os de Balaguer, en la comarca leridana de Noguera e incluso, imparten cursos de formación de este oficio. También es obligado citar al Gremi de Campaners Valencians. Así mismo se han organizado conciertos de campanas con participación de las de varias iglesias y ermitas.

Todo ésto parece que puede retrasar, pero difícilmente evitar, que el mundo de los campaneros desaparezca, además de bastante mala manera. Basta señalar que, en muchos casos, cuando se mecanizan los toques, ni siguiera se mantienen los sonidos y los ritmos tradicionales de cada lugar, que son sustituidos por los estandarizados que quiera el proveedor, con frecuencia, totalmente ajeno a la cultura y las costumbres locales.