El ingenio de amolar

El taller de amolado y acicalado (pulido) se instaló en un edificio separado del principal, en el antiguo batán de Elizaldea (1) junto al río, para aprovechar su energía hidráulica por medio de una presa canal y salto, que posiblemente existían con anterioridad.

El citado inventario nos describe con detalle en qué consistía dicho ingenio o máquina y nos permite su reconstrucción. Eran en realidad dos mecanismos diferenciados. Uno para amolar o desbastar la superficie de las armas forjadas y otro para acicalarlas (pulirlas y darles brillo).

El primero estaba formado por una rueda hidráulica, grande, construida con madera de roble, a la que hacía girar el agua al caer sobre sus palas y que estaba apoyada sobre cuatro gorrones de hierro.

 ingenio para amolarHipótesis del ingenio para amolar y acicalar espadas de la Real Fábrica de Armas de Tolosa, según descripción del inventario del año 1645.

Unida a ella existía un huso o eje constituido por un tronco de árbol bien cilindrado y reforzado por dieciséis cerquillos o aros de hierro. En el otro extremo de este uso se situaba una rueda de madera de roble, que con unos dientes de encina que actuaba a manera de engranaje, transmitía el movimiento de giro a una “linterna de madera de nogal” con 7 brazos de encina y un diámetro bastante menor que el de la rueda anterior. Entre los citados brazos encajaban los dientes de encina y el conjunto constituía un par de engranajes destinado a aumentar la velocidad de giro de las dos muelas de piedra arenisca que iban montadas sobre una barra de hierro grande; a ellas se vertía agua, desde una pila de madera a través de unos canales para favorecer la labor de desbastado de las armas a las que los oficiales amoladores terminaban de dar forma presionándolos contra la piedra giratoria. Como consecuencia de ello el lugar de trabajo debía ser húmedo, por lo que se disponía de “un par de  botas de baqueta usadas que se ponen los oficiales cuando se amuelan dichas armas”. Ruedas similares se han usado hasta comienzos de nuestro siglo en la industria guipuzcoana.

El ingenio o máquina hidráulica de acicalar debía ser muy similar, con las únicas diferencias de que la linterna tenía 6 brazos en lugar de 7, con objeto de conseguir una mayor velocidad de giro, más apropiada para esta labor, y sobre la barra gruesa de hierro se situaban “cuatro ruedas, las dos de tabla de sauce y las otras dos de nogal” que giraban movidas por la rueda hidráulica a través de este eje. Sobre su perímetro los acicaladores adherían con cola, polvo fino de esmeril, que se obtenía de “esmeril en piedra”, machacándolo a mano en el interior de un “mortero grande de fierro colado con su mazo de fierro tirado” (forjado).

Sentados frente a estas ruedas de madera con su perímetro rugoso y que giraban a una velocidad relativamente elevada, los oficiales acicaladores pulían y daban brillo a las armas terminando de esta forma la elaboración de sus productos.

 

(1) P. Gorosabel. Obra citada.