Su nacimiento, verano de 1914, fue consecuencia de la promoción y apoyo de la Iglesia Católica a organizaciones sociales agrarias que en todo momento tutelaba. Dentro de objetivos generales más amplios sus finalidades eran la compra de esparto a terceros, su venta a los asociados y la adquisición a éstos de los productos elaborados para su comercialización lo que supuso cambios sustanciales en relación con la situación anterior.

Durante más de cinco décadas el Sindicato prestó una importante contribución a los esparteros, pero como éstos no pudo resistir los cambios socio-económicos de los años sesenta y setenta del siglo XX.

La primera actividad que se puso en marcha fue la “sección de venta”. El Sindicato fijaba los precios y compraba los productos que elaboraban los asociados que no podían vender a otros demandantes para posteriormente ofrecerlo a los Sindicatos Agrícolas y Cajas Rurales de La Rioja, Navarra, Burgos y Alava, los principales clientes pues también comerciaban con mayoristas y al por menor con tiendas de las poblaciones más importantes del entorno.

Era también el Sindicato el que regulaba la clase y la cantidad de los productos que debían realizar los socios según la demanda de cada época.

Julen Zabaleta sostiene esparto preparado para el hilado.