Sombrereros

El sombrero ha cambiado sustancialmente su configuración a lo largo del tiempo, al igual que las restantes prendas de vestir,  sucediendo lo mismo con los procedimientos utilizados por los sombrereros, los artesanos especializados en su elaboración. Aunque  el nombre parece derivarse de una de sus funciones en los países cálidos (hacer sombra) ha tenido muy variados usos y significaciones sociales en las distintas épocas y países.

En Europa los sombreros más antiguos son probablemente el pétaso usado principalmente por los griegos para protegerse del sol y la lluvia en el campo, y el píleo utilizado entre los romanos por los hombres libres. La invención de uno de los más conocidos, el de paja, se atribuye a los chinos, extendiéndose su uso a otros países por los emigrantes. A nivel español son muy conocidos el llamado chambergo, el de tres picos, el medio queso, el de tres candiles y el de copa. Por su parte, son numerosos los modelos de sombreros de señora, siendo de toda la indumentaria femenina los que más cambios han experimentado.

Aunque en el País Vasco la boina ha sido la prenda utilizada para cubrir la cabeza, tradicionalmente los alcaldes y concejales usaban capa y sombrero y las clases sociales más pudientes vestían esta última prenda como signo de diferenciación, imitando principalmente a franceses e ingleses, siguiendo las imposiciones de la moda de cada época. Su elaboración y venta tuvo entidad como cabe deducir de la iconografía y del nombre de calles y plazas como Sombrerería en Bilbao, así como algunas casas, entre otras, la conocida como “Sobreroguingua” en Elgoibar (A.H.P.G.O. L1-1788 folio 164).

Los primeros estatutos gremiales de los artesanos especializados en esta actividad, de los que se tienen noticias, son los de la Corporación de Sombrereros de Bayona que datan de 1620. En 1697 la prueba a que se sometió a Henri Sahuc oficial que aspiraba a la maestría, fue “la confección de un sombrero con una libra de friso de lana, cardado, sin arco, y de otro de ligio, semi-liso”. Las impugnaciones de los maestros contra las admisiones fueron numerosas justificándose en la necesidad “de hacer respetar los privilegios de los maestros sombrereros de Bayona”.