Tintorería

La tela así elaborada, que mantenía aún el color natural “crudo” del algodón, pasaba al teñido en la tintorería, donde recibía el color azul oscuro característico del mahón o "azul de Vergara". Esta fase del proceso de fabricación comenzaba con el descrudado o eliminación de la cola dada al hilo, de forma que la superficie de las telas quedara limpia y lista para absorber los tintes necesarios, además se eliminaban las impurezas inherentes a las fibras (blanqueo), lo que se conseguía haciéndolas pasar por un baño con una disolución de sosa cáustica y fosfato de sosa diluidos, para a continuación pasar entre dos rodillos que la exprimían y expulsaban el agua.

Hasta finales del siglo XVIII, el blanqueo del algodón se conseguía además, con una inmersión en leche ácida o cerveza rancia, seguida de una exposición al aire libre durante tres meses, lo que exigía grandes superficies de terreno, que condicionaba la ubicación de las fábricas. (1)

TintoreríaTintorería según L'encyclopedie de Diderot y D'Alambert a finales del siglo XVIII.

Para el teñido se desenrollaban las bobinas de tela, haciéndola pasar, en continuo, por varias cubas que contenían los tintes, y seguidamente por otras, con productos fijadores del color, los mordientes metálicos, principalmente la caparosa y el fosfato de hierro, que producen sobre la fibra combinaciones químicas fuertemente coloreadas (1). Finalmente la tela pasaba entre dos rodillos "fulares" que la comprimían, “metiendo” el color.

El proceso era muy laborioso y los tejidos llegaban a pasar hasta nueve veces por las cubas de fijador, atendidas cada una por un trabajador, era lo que se llamaba "desarrollo", hasta que se instalaron máquinas continuas para el teñido, hacia 1960.

Hasta el ultimo tercio del siglo XIX, el tinte utilizado era el índigo, al que nos hemos referido anteriormente y que en 1880 fue sintetizado por Bayer y a partir de 1897, fabricado industrialmente. (2) A partir de esta época fue sustituido por el azul hidron, también sintético, y que actualmente se sigue utilizando.

Tejeduría de Algodonera de San Antonio de BergaraTejeduría de Algodonera de San Antonio de Bergara el primer tercio del siglo XX. (Album geográfico descriptivo del País Vascongado).

A continuación los tejidos pasaban el "secado en frío" para lo que se los colgaba en el interior de los secaderos, altos edificios de doce y más metros de altura, que con sus rejillas de madera en toda la extensión de la fachada, destacaban sobre el conjunto de las construcciones de la fábrica, en la que las telas se tendían desenrolladas en toda su longitud, hasta cincuenta metros, pendientes del techo hasta la parte inferior para volver a subir, formando bucles, durante el tiempo necesario para su secado natural al aire, que variaba entre un día en verano y con tiempo seco y tres o más días en invierno. Los tejidos eran colgados por los trabajadores manualmente y la labor se efectuaba al final de la jornada diaria.

Finalmente se les daba un recubrimiento de acabado o apresto que las hacía más suaves al tacto, para lo que se volvía a pasar en continuo por un baño de almidón de patata, y se secaban y alisaban haciéndolas pasar por un gran cilindro giratorio calentado por su interior con vapor de agua.

Para terminar, una trabajadora medía la longitud de las piezas enganchando y plegando la tela, a mano, en dos ganchos fijados en una pared, con una separación de un metro, para finalmente contar el número de pliegues. El corte de las diferentes piezas se hacía también a mano con una tijera.

Trabajadoras en una fábrica guipuzcoana de hilaturasTrabajadoras en una fábrica guipuzcoana de hilaturas. En aquella época las maquinas recibían su movimiento de numerosas correas que lo transmitían desde poleas situadas en el techo y que dominaban el espacio de la nave. (Album geográfico descriptivo del País Vascongado. 1914-1915).

 

(1) Moler, tejer, fundir. J. Nadal. Ariel Historia

(2) Compendio de tecnología Química. F.A.HENGLEIN. Ed. Marin. 1945.