La truficultura

La trificultura trata de obtener trufas mediante el cultivo de tierras, preparadas para esta finalidad, y en las que se lleva a cabo las plantaciones adecuadas, con el objetivo de intentar disponer de las mismas, lo que solo es posible con el cumplimiento de determinadas condiciones.

El terreno donde se va a crear una plantación trufera debe de reunir diversos requisitos, en relación con el suelo, clima, topografía y vegetación, siendo además muy deseable que anteriormente haya producido trufa natural. Generalmente se trata de tierras que por sus condiciones son comparativamente poco aptas para otros cultivos. Quizá por esto se dice que la trufa va de los terrenos más pobres a los restaurantes más caros.

Su preparación requiere llevar a cabo la ruptura de la posible suela formada por el paso de maquinaria utilizada en cultivos precedentes, lo que con frecuencia se lleva a cabo con un arado de vertedera, con lo que se favorece el drenado y la aireación del suelo. En el caso de que anteriormente hubiera habido árboles deberán extraerse todas las raíces. Esta operación debe llevarse a cabo con antelación suficiente a la plantación y con tiempo seco, pues el exceso de humedad pudiera llevar a su apelmazamiento, procediéndose a continuación al nivelado y afirmado de la superficie.

La elección de una de las tres especies utilizadas en la truficultura navarra (sobre todo encina, aunque también roble y en mucho menor medida avellano) depende en buena medida de la climatología, así como de la experiencia y conocimientos del truficultor. Los numerosos viveros que venden actualmente plantas micorrizadas, es decir preparadas para el intercambio entre las raíces de las plantas y el micelio del hongo, ofrecen garantías de su calidad, lo que en el pasado se echaba de menos. Según la clase de terreno, su plantación se lleva a cabo entre Noviembre y Marzo, para lo que se hace un hoyo donde se introduce la planta, previo humedecimiento de sus raíces, apretándola con la tierra de su entorno y cuidando no deshacer el cepellón. La densidad de la plantación es del orden de 200 a 250 plantas por hectárea y un marco habitualmente de 7 x 7 m.

La plantación también requiere diversos cuidados como la limpieza de hierbas no deseadas y sobre todo el riego, que está en función de la climatología de cada año, pues dice Javier "si en verano no llueve y no se riega, no hay trufa". También es necesario podar los árboles.

Aún en el caso de llevarse a cabo todas las fases anteriormente descritas, actualmente no se tiene la certeza del tiempo que tardará en entrar en producción el huerto trufero (cuatro, seis y incluso ocho años) y ni siquiera si va a dar frutos.

Según la información que utilizamos la producción europea media anual de trufa negra es de unas 60 tn. En España se considera alta el logro de 40 tn., media 25 y baja 10 anuales. En Navarra son notables los esfuerzos desde 1.989 de la I.T.G. para el fomento de la truficultura, dentro de la política de diversificación y mejora de los cultivos agrarios. Las primeras plantaciones de árboles micorrizados se llevaron a cabo en 1.990 en Tierra Estella, en áreas donde se conocía la presencia de trufa natural. Aquellas 30 hectáreas y 10.000 plantas no han dejado de crecer desde entonces.