Vuelta al pasado

En nuestro país las cosas no han sido sustancialmente distintas, siendo todo el pan consumido elaborado artesanalmente para uso propio o de la comunidad lo que requería un gran número de molinos en funcionamiento como pone de manifiesto para el caso guipuzcoano el magnífico Tratado de Molinología de A. Aguirre Sorondo y su equipo.

Sin embargo a lo largo de este siglo y sobre todo en la década de los años cuarenta se fue perdiendo esta práctica que fue sustituida en algunos casos por la entrega de trigo a las panaderías cada vez más industrializadas a cambio de recibir el pan. No deja de ser destacable que varias décadas después el pan de siempre, el artesanal, "el de caserío", sea de nuevo demandado y se reinicie su elaboración conservando los aspectos fundamentales de los métodos tradicionales.

Francisca Altube Irizar de 82 años y su hijo Vicente Urcelay de 57 del caserío Aristimuño (conocido como Amiño) de Oñate continúan elaborando pan con los sistemas del pasado logrando un producto de excelente calidad de los que cuando éramos jóvenes nos enseñaban que había que hacerle la señal de la cruz antes de cortarlo con cuchillo, nunca a mano, y besarlo cada vez que caía al suelo, a todo lo cual parece que son menos acreedores los panes obtenidos por los procedimientos industriales actuales.

Frantziska AltubeFrancisca Altube y su hijo Vicerite Urcelay pesando la masa después de trocearla.

 

La alimentación doméstica en Vasconia. Eusko Jaurlaritza. Etniker Euskalerria.