El Congreso Igualdad y Conciliación organizado por la Diputación Foral de Gipuzkoa ha echado hoy el telón con un balance “muy positivo”, por la “riqueza y recorrido de las aportaciones y experiencias pioneras que se han puesto encima de la mesa”, ha destacado el Diputado General Markel Olano. Durante dos días, diversos expertos, y representantes de empresas, instituciones y asociaciones han compartido su bagaje relacionado con la igualdad entre los hombres y las mujeres, y la conciliación entre la vida profesional, familiar y personal con las 200 personas asistentes.
Olano se ha referido a “la igualdad” como “principal reto” para esta generación y ha realizado un llamamiento a toda la ciudadanía: “Debemos participar todos para conseguir que la igualdad sea uno de los principales pilares de la Gipuzkoa del futuro, y con iniciativas como este Congreso nos permiten avanzar. Hemos podido conocer ejemplos y prácticas, estrechar lazos de colaboración entre agentes y hacer una reflexión conjunta. Nos permite obtener una fotografía de dónde estamos, y de a dónde queremos llegar”.
Ha adelantado que la Diputación no se va a limitar a la reflexión teórica, sino que incorporará algunas de las conclusiones del Congreso en sus políticas y programas, y en el programa Etorkizuna Eraikiz, “que tiene como ambición trabajar, a través de la transformación social, por una sociedad más justa e igualitaria en el territorio, a través de proyectos piloto, como los que vamos a desarrollar en diez empresas de Gipuzkoa de distintos tamaños con el fin de fomentar la conciliación. Nuestra intención es que sirvan como base para futuras políticas, así como de ejemplo para otras empresas. Nos tomamos este asunto muy en serio”.
La jornada de hoy se ha centrado en la exposición de experiencias pioneras en materia de conciliación e igualdad, provenientes de países nórdicos. Tryggvi Hallgrimsson, del Centro de Igualdad de Género de Islandia, ha explicado que todas las empresas del país con más de 25 trabajadores están obligadas a tener un plan de igualdad, con cuatro pilares: la igualdad salarial, el desarrollo profesional, la lucha contra la discriminación y el acoso sexual, y la conciliación.
La ley islandesa es “práctica” y protege el derecho de la mujer a mantener el mismo puesto de trabajo después del embarazo y que proclama la corresponsabilidad en la gestión del hogar. También ha explicado que a nivel municipal se subvencionan los cuidados diurnos, con una inversión de 200-300 euros por niño/niña al mes, que el Gobierno ha puesto en marcha una nueva iniciativa para implantar una semana laboral más corta, y que ofrece un permiso de paternidad de tres meses al que se han acogido el 90% de los padres: “La conciliación es una clave para mejorar la brecha salarial”, ha destacado.
Asimismo, ha señalado que la igualdad de género está relacionada no solo con los derechos de las mujeres, sino también con la calidad de vida: “No se trata de quitar a uno para dar al otro. Es buena y positiva para los dos sexos”. A su juicio, afecta a la sostenibilidad demográfica y por tanto al “crecimiento económico”, por lo que hay que pensar más allá del coste a corto plazo de las políticas de igualdad y tener en cuenta sus efectos económicos a largo plazo. En ese sentido, las considera imprescindibles para hacer frente al envejecimiento de la población y la sostenibilidad económica, alertando sobre el descenso de la tasa de fertilidad en Islandia, históricamente de las más altas -de 2,2 a 1,8-.
Según Hallgrimsson, el gran reto de la igualdad en Islandia está en el mercado laboral, donde, si bien participa el 80% de las mujeres, una de las tasas más altas del mundo, persiste la “segregación”. El 34% de ellas trabajan con jornada reducida, mientras que en el caso de los hombres el porcentaje es del 13%. “Hemos avanzado pero no somos el paraíso. La presión debe venir de la sociedad y de las organizaciones de base. Tenemos que ser críticos”, ha subrayado, recordando la importancia que ha tenido la movilización social en este campo en Islandia, con hitos como la Huelga General de las Mujeres en 1975.
Por su parte, Petter Dotterud, de la Dirección Noruega para la Infancia, la Juventud y la Familia, se ha referido a la igualdad como un área de trabajo transversal en “todos los niveles institucionales”. Ha puesto el foco de la igualdad en “la independencia económica” de las mujeres. “Contamos con una de las participaciones más altas de las mujeres en el mercado laboral, la tasa de empleo de hombres y mujeres es casi igual, pero sus ingresos totales son inferiores. Sigue habiendo una discriminación y trabajan en diferentes puestos. 4 de 10 trabajan en tiempo parcial y son minoría en puestos de dirección”, ha detallado.
Noruega cuenta desde 2015 con un Libro Blanco sobre la Igualdad de Género, que recalca que “es importante empezar con una educación temprana incidiendo en la igualdad como valor”. Para Dotterud, la sostenibilidad del estado de bienestar es inviable sin incrementar “la participación de la mujer” y sin que exista una colaboración entre instituciones, empresas y sindicatos, cuyo diálogo resulta esencial “para estructurar derechos y permisos de conciliación y para el éxito de nuestro sistema de bienestar”.
Según Dotterud, Noruega cuenta desde el 2015 con un permiso de paternidad de 49 semanas con el 100% del sueldo, extensible a 59 semanas con el 80% del sueldo, una opción ésta última que utilizan el 68% de las parejas. La Ley de Ambiente Laboral concede derechos a los padres para el trabajo parcial y la flexibilidad en horarios, además de la lactancia remunerada y prestaciones económicas para el cuidado en casa de hasta 700 euros. El país escandinavo fue el primero en introducir, en 1993, la cuota de paternidad de cuatro semanas.
“Trabajo y familia no son opciones excluyentes”, ha reivindicado. “Nuestro sistema está estructurado para conseguir una mayor presencia femenina en el mercado laboral, y una mayor de hombres en los cuidados. Conciliar la vida personal y laboral, con soluciones flexibles, en el sector público y privado, tanto si se tienen hijos como si no, es bueno para la economía del país”. Ha explicado que la presencia de mujeres en estudios superiores es mayor, y que sería “un desperdicio no sacar provecho de su conocimiento y capacidades en el mercado laboral. Todos nos beneficiamos de esta inversión en la educación y la participación de las mujeres en el trabajo”.
A menor gasto social por parte de los estados, más trabajo no remunerado
Raquel Raposo, responsable del área de Programa y Formación de Emakunde, ha desgranado la figura de la Entidad colaboradora en materia de igualdad, puesta en marcha en 1994 en Euskadi en el marco de la Ley Vasca de Igualdad. Se trata de una figura voluntaria, no obligatoria, a la que se acogen las asociaciones y empresas. “Se les pide un diagnóstico en profundidad y un plan basado en elementos de mejora para la igualdad, ambos participados por toda la plantilla. Este plan no es un elemento externo sino que debe incorporarse en el resto de procesos de gestión de la empresa”. Es decir, “debe reflejarse en todos los procedimientos porque eso, la formalidad, dificulta los sesgos de género y ayuda a eliminarlos”.
Según Raposo, uno de los retos del programa es apoyar a las empresas, no solo en la elaboración de los planes de igualdad, “sino también en su ejecución e implementando medidas. Hay que llegar a una verdadera modificación de la cultura empresarial”. A día de hoy cuentan con un total de 83 entidades colaboradoras, la mayoría de menos de 50 trabajadores. Son “demasiado pocas, teniendo en cuenta nuestro tejido económico”. Sostiene que hay que ligar “la igualdad con el crecimiento, la innovación y la gestión avanzada. No se puede hablar de gestión avanzada sin igualdad”.
En opinión de la responsable de Emakunde, “sin cambios profundos en las prácticas y cultura de las empresas, será imposible eliminar la brecha de género. Ya ha quedado claro que para las mujeres formarse no es suficiente. Hay que reivindicar la ética del cuidado y conseguir un nuevo acuerdo social en esta materia”.
En la misma línea se ha expresado, Cristina García, directora de la Unidad de Igualdad de la Universidad Autónoma de Madrid, para quien los cuidados, y cómo hacemos frente a la crisis de los cuidados, constituyen “el elemento clave” de la conciliación, con una creciente demanda de cuidados, una escasez de oferta de personas, recursos y servicios públicos, y el modelo de mujer cuidadora “en erosión”. Ha aclarado que en el estado español la población dedica más de 20 horas semanales a los cuidados del hogar, “el nivel más alto en Europa. A menor gasto social por parte de los estados, más trabajo no remunerado. A menor apoyo y recursos, el trabajo de las mujeres es mayor”.
En la CAV la tendencia es similar. Según Eustat dedicamos como media al trabajo doméstico “tres horas diarias las mujeres y los hombres 1h 37 minutos. Si le sumamos los cuidados domésticos, 3h 45 minutos las mujeres por 2 horas de los hombres. El peso del familiarismo en nuestros países no favorece la capacidad de desarrollo personal sin que la situación familiar lo obstaculice. Es labor de los poderes públicos ayudar a revertir esta situación”, ha instado.
Ha recordado que son pocos los hombres que cogen excedencias para el cuidado de las personas mayores: “La natalidad es importante pero hay que poner el foco en el cuidado de las personas mayores. Es un asunto de urgencia”. Según García, los permisos familiares los coge el que gana menos, “un círculo vicioso que retroalimenta la brecha de género en el mercado laboral. El modelo actual se sustenta en desigualdades y reproduce el cuidado como un asunto femenino”, ha concluido.
Etorkizuna Eraikiz - Congreso