A partir del año 2000 en Gipuzkoa se han realizado esfuerzos públicos considerables para que la bicicleta se incorpore al modo de vida cotidiano de sus habitantes. Hay que reconocer, no obstante, que no estamos más que en los inicios de un cambio en el modelo de movilidad, marco imprescindible para que la bicicleta logre normalizarse en nuestros pueblos y ciudades.
Este impulso está en sintonía con la opinión mayoritaria (79%) de sus habitantes que se manifiestan muy o bastante de acuerdo sobre la oportunidad de invertir más recursos públicos para promover la movilidad ciclista en Gipuzkoa.
Sin duda, este clima favorable al ciclismo está relacionado, entre otros factores, con la persistente actividad en Gipuzkoa de distintas asociaciones de defensa de la bicicleta, como la Asociación de Ciclistas Urbanos Kalapie (1989), Balazta. Bidasoko bizikletaren aldeko elkartea (2016), y Gurpilartea, bizikleta eta garraiobide ez kutsakorren aldeko elkartea (2014).
En Gipuzkoa, una parte importante de sus habitantes (45%) emplea la bicicleta al menos una vez al mes, y un 7% la emplean a diario. Además, el porcentaje de desplazamientos ciclistas respecto al total va progresivamente aumentando: en 2016 representaban el 2,5%, y en 2021 podemos estimar que oscilan entre el 3,0% y el 3,8%.
Es evidente que conviven situaciones muy diferentes a este respecto. En localidades como Zarautz, Tolosa o Donostia es evidente que el ciclismo cotidiano se va normalizando (en esta última ciudad, la movilidad ciclista alcanzaba en 2016 un 4,2% del reparto modal), al igual que en la comarca de Urola Kosta; mientras que, por el contrario, es aún reducido en Goierri y Debabarrena.
En cualquier caso, el peso de la bicicleta en la movilidad guipuzcoana sigue siendo modesto, sobre todo si lo comparamos con otros territorios europeos en donde se alcanzan porcentajes superiores al 20% del total.
A lo largo de los últimos 22 años nuestra institución ha desplegado una red de servicios, infraestructuras y normativas que persiguen estructurar un “Sistema Integral Ciclista”. Este Sistema aspira a que aumenten significativamente los desplazamientos en bicicleta como resultado de una reducción de los viajes en coches y motos, creando para ello las condiciones que garanticen un uso seguro y atractivo de la bicicleta.
Con este objetivo se han aprobado distintas normativas que dan base legal a la actuación foral en esta área, y documentos de planificación para orientar estratégicamente las actuaciones a llevar a cabo. Caben destacar la aprobación de la Norma Foral 1/2007 de Vías Ciclistas, la Norma Foral 2/2013 del Plan Territorial Sectorial de Vías Ciclistas de Gipuzkoa, y la Estrategia de la Bicicleta de Gipuzkoa 2014-2022.
En términos económicos la actividad desarrollada por la Diputación Foral de Gipuzkoa en este ámbito, se ha traducido en un gasto total de 107 millones de euros (2000 – 2021), sin incluir los costes de personal.
El principal exponente de este esfuerzo es la construcción de la Red Básica de Vías Ciclistas de Gipuzkoa, que con 236 km (133 km de titularidad foral, y 103 km municipales) va vertebrando una respetable infraestructura para la movilidad ciclista y peatonal, que conecta distintos núcleos urbanos, áreas de actividad económica y equipamientos, dando así servicio a una parte importante de la población guipuzcoana. Gracias a esta infraestructura ciclista, tan sólo en los tramos forales, entre 2011 y 2021, se realizaron más de 56 millones de viajes en bicicleta y a pie.
También en los municipios guipuzcoanos se detecta un interés creciente en promover la movilidad sostenible, y la ciclista en particular.
Esta tendencia ha propiciado la redacción de planes y proyectos municipales relacionados con la movilidad ciclista, y de múltiples programas de fomento del uso de la bicicleta.
Además de la progresiva extensión de las redes locales de vías ciclistas, se va multiplicando la oferta de servicios públicos y privados para las personas que utilizan la bicicleta, así como las dotaciones de aparcabicis. Una mayoría de nuestros municipios disponen de plazas de aparcamiento para bicicletas, con una oferta total que se calcula supera las 15.000 plazas.
Asimismo, han mejorado las oportunidades para el transporte de bicicletas en los trenes y autobuses, sobre todo de las plegables, si bien quedan pendientes una mayor integración de otros tipos de bicicletas y otros aspectos relacionados con la combinación entre éstas y el transporte público.