Nuestro futuro debe asentarse en una competitividad de escala humana: calidad en el empleo, compromiso con la sostenibilidad (social, económica, medioambiental e intergeneracional), desarrollo de nuevo conocimiento y capacidades; y construcción de proyectos empresariales en los cuales las personas y su desarrollo constituyan la razón de ser fundamental, y, apostando por la igualdad entre mujeres y hombres, impulsando nuevas medidas para la conciliación corresponsable y la reducción de la brecha salarial. Se trata de una transformación cultural pendiente que debemos abordar en la sociedad y en las empresas.
En un escenario en el que se está incrementando el peso otorgado a lo que cada sociedad puede hacer de forma endógena: crear las condiciones para un empleo mejor y de calidad, apoyado en un entorno económico y social inclusivo, que requiere de personas dispuestas a aprender, flexibles en su interpretación de la realidad y, por lo tanto, en su capacidad de implicación, compromiso y desarrollo de proyectos empresariales; supone que el empleo que se cree en el futuro estará influenciado no sólo de los factores, tendencias y megatendencias externas, sino que serán determinantes los retos que se marque cada sociedad con respecto del futuro de las personas, empresas y el propio territorio que la conforman.
Se es consciente de que los entornos del empleo del futuro van a enfrentarse a una transformación importante, nuevos valores, nuevas oportunidades y nuevos modelos empresariales. Se visualizan unos empleos con mayores capacidades intelectuales combinadas necesariamente con habilidades relacionadas con las tres transiciones (la tecnológico-digital, la energético-climática y la sanitaria y social), donde el aprendizaje a lo largo de toda la vida será un reto permanente para las personas y para las empresas.
En este sentido, el empleo, y en concreto, el empleo de calidad debe ser unos de los principales elementos para, por un lado, conseguir una mayor cohesión social actual; y, por otro lado, promover una predistribución de las rentas de modo que eviten, a través de la prevención, escenarios de menor cohesión social.
Es por ello, que el compromiso por el empleo de calidad en Gipuzkoa, supone apostar por la orientación del aprendizaje en las empresas para incorporar las oportunidades derivados de las grandes transiciones, favoreciendo la capacidad de adaptación de las personas; por impulsar mayores niveles de participación de las personas en las empresas; por redefinir el tiempo de trabajo y el desempeño de la prestación en los nuevos entornos laborales, marcados por la digitalización y la incorporación y presencia tecnológicas; por favorecer que la conciliación entre vida laboral y personal puedan permitir las nuevas formas de trabajo, utilizando de manera equilibrada entre hombres y mujeres; por impulsar medidas de gestión de la diversidad en el trabajo y de adaptación de los nuevos entornos laborales a las condiciones de edad y de salud de las y los trabajadores; por promover que las nuevas formas de gestión del trabajo y de las relaciones laborales se basen en el ejercicio de derechos fundamentales de las y los trabajadores, llevándose a cabo de forma negociada, equilibrada y transparente. Y, todo ello con un ecosistema y contextos que los favorezcan.
En este compromiso por el empleo de calidad se quieren tener en cuenta dos aspectos que deben ser fundamentales: la empleabilidad, enfocada a la persona (la capacidad de adaptar sus circunstancias tanto profesionales como personales a las oportunidades del mercado laboral); y la ocupabilidad, enfocada al contexto (grado de probabilidad que tiene una persona para acceder al mercado de trabajo).