Sea una cuchara o toda la casa, los objetos de madera han estado presentes en nuestra vida desde siempre. Sí, en las propias casas también, porque hasta hace poco eran de madera los esqueletos de las casas que por fuera tienen muros de piedra. Es más, en la Edad Media todas las casas eran de madera, incluso los caseríos. Para luchar contra los incendios y teniendo en cuenta que la madera cada vez era más escasa y, por lo tanto, más cara, se comenzó a construir más con piedra. Pero el interior, que era lo que sostenía las casas y que muchas veces aún las sostiene, seguía siendo de madera. Por eso, en los contratos de construcción de una casa, el maestro carpintero era más importante que el cantero.
Pero, sin duda alguna, los muebles siguen siendo en la actualidad los objetos de madera más preciados. Entre ellos, las cajas han sido uno de los elementos que se han convertido en símbolo de la etnografía vasca. En realidad, están presentes por toda Europa y como muebles no son más que una simple caja que se ha usado para almacenar todo tipo de cosas: cereales, alimentos, sal... y por supuesto, ropa. Las más elegantes eran las que se usaban para la ropa y eran las que más adornos tenían, ya que representaban el nivel social y económico de los contrayentes. Es en estos adornos donde se distinguen las cajas vasas del resto de las cajas, al menos en sus detalles. Es por eso que aún hoy algunos artesano siguen haciendo las cajas a la antigua usanza, ya que con las máquinas no son capaces de conseguir unos adornos tan detallados y sofisticados.
Quien visite el caserío-museo Igartubeiti se llevará dos sorpresas: un espectacular frente de madera, y un interior aún más sorprendente, ya que la estructura de madera que sostiene la casa es un gran lagar de sidra.