A pesar de haberse convertido en algo totalmente tradicional entre los vascos, no fue hasta el siglo XIX y al tratarse de un calzado barato, cuando las alpargatas comenzaron a extenderse entre nosotros. Las abarcas - el calzado de cuero más básico - sin embargo, llevaban mucho más tiempo presente. ¿Desde cuándo? No se sabe, ya que el patrimonio humilde siempre se documenta de forma indirecta.
Por ejemplo, se dice que en el siglo X Sancho II Garcés, Rey de Pamplona, las utilizó para atravesar la montaña nevada durante la guerra; pero esto parece más una leyenda que Historia propiamente dicha. Asimismo, se ha utilizado la expresión “hidalgos de abarca” para referirse a aquellos baserritarras libres y armados de la Edad Media, con el fin de remarcar una mínima nobleza.
El cuero, curtido o sin curtir, se ha utilizado desde la prehistoria para muy diferentes cosas: no sólo para vestirse, sino también para hacer odres y botas, correas y petrerías, fuelles de ferrerías... Aunque las abarcas y otras cosas sencillas también se confeccionaban en casa, el curtido era un oficio que se aprendía, tal y como podemos apreciar en diversos contratos.
A pesar de que en el siglo XX los zapatos ya eran baratos y las alpargatas aún más económicas, las abarcas de cuero han sido muy comunes, tal y como vemos en esta fotografía de 1914, tomada en el puesto de abarcas en la feria Gabon Zar en la plaza de los Fueros de Elgoibar. En el siglo XX y debido a su practicidad se extendió el uso de las abarcas de goma: uso de material nuevo sobre el diseño tradicional. En el siglo XXI perdura la tradición del uso de las abarcas de cuero, elemento indispensable en muchas de nuestras fiestas folclóricas.