Atrás CAPUA, ORUGA DE LA PIEL
El grupo de las orugas de la piel está formado por un conjunto de pequeños lepidópteros pertenecientes a la familia de los Tortrícidos, cuya característica común es que las orugas roen la piel de los frutos con la consiguiente depreciación económica que ello produce. Las orugas de la piel pertenecen a géneros diversos como Archips, Cacoecia, Capua y Pandemis. Las que causan daños más preocupantes en nuestros manzanales son Capua reticulana y Pandemis heparana, y en ellas centramos nuestra atención.
Capua reticulana es una de las orugas más comunes en los manzanos de Gipuzkoa cuyos daños son similares a los causados por orugas del género Pandemis, con las que se confunden fácilmente por su parecido.
Esta oruga de color variable, que pasa el invierno en porciones de hojas y grietas de la corteza, puede ocasionar, especialmente en verano, graves daños en brotes y frutos del manzano.
En primavera inicia el ataque mordisqueando yemas y brotes jóvenes. La ninfosis se realiza entre los órganos dañados bajo una red de hilos, teniendo lugar el vuelo de los adultos de la primera generación en el mes de mayo. Las mariposas adultas ponen los huevos agrupándolos en placas características de color amarillo de los que emerge, hacia el mes de julio, una nueva generación de orugas que provoca los daños más graves al fruto, refugiándose al abrigo de una cubierta sedosa que ellas mismas confeccionan. Dichos daños se manifiestan sobre hojas, que pueden aparecer deformadas, roídas y a veces devoradas totalmente, y sobre frutos, cuya piel presenta mordeduras irregulares que dificultan la cicatrización de heridas y favorecen la instalación de hongos de pudrición.
Durante el reposo invernal las orugas confeccionan una telilla blanquecina típica, adherida a las nerviaciones principales del envés de la hoja, bajo la cual se protegen. En Gipuzkoa se han contabilizado dos generaciones por año.
Para reducir los ataques primaverales conviene dar un tratamiento a la salida del invierno durante el hinchamiento de las yemas, a base de un aceite blanco más insecticida. La intervención más importante sería sobre la generación de verano, pudiéndose emplear plaguicidas.
Al igual que con Carpocapsa, es interesante la utilización de trampas de feromonas sexuales para determinar la importancia del ataque de la plaga.