Creación del Servicio Foral de bomberos/as

Tal y como recogen diversos estudios y documentos de la época, en el resto de municipios de la provincia la protección contra los incendios era bastante precaria y ciertamente insuficiente, ya que tan solo existían diversas organizaciones de bomberos voluntarios con una cierta tradición en sus ámbitos territoriales.

Dichas agrupaciones de voluntarios se encontraban repartidas de manera desigual y heterogénea por el territorio situándose en los municipios siguientes: Arrasate, Azpeitia, Bergara, Eibar, Elgoibar, Legazpi, Oñati, Ordizia, Tolosa, Zarautz y Zumarraga.

Por lo general estas agrupaciones, aunque contaban con mucha voluntariedad y disposición para el desempeño de su trabajo, estaban tradicionalmente dotadas de una organización muy sencilla, reducidos y precarios medios materiales y faltos de personal con formación y equipamiento cualificado.

Durante los años anteriores a la creación del servicio foral se realizaron diferentes estudios y proyectos para tratar de estructurar y consolidar un servicio provincial profesional de bomberos y bomberas. Dichos estudios sirvieron para definir y articular diversos aspectos básicos que debía tener el servicio foral y pusieron los cimientos para desarrollar lo que es hoy el actual modelo de servicio.

Este modelo mixto de servicio foral proponía organizar la atención a las emergencias desde un ámbito supramunicipal con prestación integral en todo el territorio, tratando de conseguir además unos tiempos de respuesta óptimos de las dotaciones en la totalidad de los municipios atendidos.

Para poder cumplir ese objetivo de tiempos, teniendo en cuenta las infraestructuras viarias existentes en aquella época, se vio la necesidad de construir una amplia red de parques por todo el territorio de Gipuzkoa (nueve en total) priorizando este modelo de servicio sobre otros modelos que se enfocaban hacia una mayor concentración de recursos humanos y materiales en un menor número de parques.