Conciliación corresponsable, reto de futuro
Conciliación corresponsable, reto de futuro
Si eres mujer, cobras menos y trabajas más. Salvo que hagamos algo urgentemente, lo será también para la siguiente generación.
Si eres mujer, cobras menos y trabajas más. No importa cuándo leas esta frase: es cierta hoy y, salvo que hagamos algo urgentemente, lo será también para la siguiente generación. Si eres mujer, serás minoría en la formación profesional orientada a la empresa, de hecho, serás minoría en cualquier formación técnica o científica, como lo serás, si esa es lo que te propones, en cualquier órgano de decisión empresarial.
En iguales condiciones de desempeño y responsabilidad, una mujer en Gipuzkoa percibe, de media, 7.000 euros que su compañero hombre. También como promedio, esta mujer contribuye un 61% más que su pareja a las tareas del hogar y del cuidado.
Por lo tanto, si eres mujer, tu tiempo disponible será, en la mayoría de las ocasiones, condicionado por horarios, responsabilidades y todo tipo de tareas asociadas al cuidado. Un tiempo que, por otro lado, no se organiza sobre criterios de sostenibilidad de la vida, con jornadas partidas, horarios laborales imposibles de compaginar con ninguna otra actividad, ni con los horarios escolares.
La suma de ambos factores dibuja los perfiles de los principales ámbitos de las políticas públicas de fomento de la Igualdad, y apunta también al principal reto que como sociedad tenemos hoy en día. La desigualdad estructural entre hombres y mujeres hace insostenible nuestro actual sistema de vida. La desigualdad nos pesa en los hombros, sobre todo, a las mujeres, y condiciona el bienestar de toda la sociedad.
Parecen evidencias lo suficientemente sólidas como para afirmar que la igualdad es el gran reto de nuestra generación, porque no debemos postergar la tarea de encauzar la injusticia que penaliza el desarrollo de las mujeres, y porque nuestro Territorio no puede permitirse que la mitad de la población no pueda desarrollarse ni contribuir al bienestar común.
Debemos jugar todas las cartas a nuestro alcance, y no cabe duda de que en la mesa de la vida profesional se juega una parte fundamental de la partida de la Igualdad. El trabajo es uno de los espacios que de forma más clara organiza nuestros proyectos vitales, estructura la manera en la que vivimos, nos relacionamos con otras personas y con el entorno. Por ello, la profunda transformación que necesitamos activar precisa también de la complicidad, determinación y liderazgo del mundo económico.
En el caso de Gipuzkoa, este reto nos pilla trabajando, y esto es una gran ventaja. Desde la aprobación del Plan Foral Conciliación Corresponsable de Gipuzkoa en 2017, contamos con una visión compartida, objetivos y herramientas concretas para articular el trabajo de todos los agentes sociales, políticos y económicos del Territorio. Y lo que es más importante: hemos acordado la ambición que, como sociedad, debemos perseguir, para ofrecer a nuestros ciudadanos y ciudadanas condiciones igualitarias para que desarrollen sus proyectos vitales.
Llevamos casi tres años trabajando en este ámbito, bajo los auspicios de la iniciativa Etorkizuna Eraikiz, que a la hora de identificar las claves del bienestar del Territorio señaló de forma nítida la igualdad como una de las palancas sobre las que sustentar la visión de futuro para Gipuzkoa.
La semana pasada, pudimos ver un resultado concreto de todo este trabajo. Unas 30 empresas de Gipuzkoa, diversas en estructura, tamaño, sectores y composición, han acordado crear una red de trabajo, Erantzukide Sarea, que nace con la voluntad de alentar al resto del tejido socio-económico y singularmente, a las empresas gipuzkoanas. La presentación de esta red, en el marco del Encuentro sobre Igualdad y Conciliación que celebramos en Tabakalera, nos ha dejado importantes lecciones que ahora nos toca aplicar.
Estamos viviendo un tiempo de tránsito. Organizamos nuestras vidas, individual y colectivamente, sobre unas premisas que el tiempo ha dejado ya obsoletas, que la sociedad hace tiempo que ha superado, aunque las grandes estructuras sobre las que se construyen nuestros proyectos vitales no hayan aún evolucionado suficientemente. Dice la escritora Chimamanda Ngozi Adichie, con gran acierto, que el peligro de los estereotipos no reside en que sean falsos, sino en que son incompletos. Podríamos añadir, además, que son un lastre para nuestro futuro.
El encuentro de la semana pasada evidenció, entre otras cuestiones, la importancia de la implicación de los hombres en la tarea de recomponer el mapa de los cuidados, de organizarlo para que sea, realmente, una tarea compartida. Las experiencias de los lugares donde las políticas públicas y las culturas empresariales convergen en el objetivo de la conciliación corresponsable marcan el camino por el que Gipuzkoa debe seguir avanzando.
A nuestra generación le corresponde andar el camino del tránsito, y poner en juego todos los recursos a nuestro alcance para generar las condiciones que superen estereotipos limitantes y condiciones que penalizan el futuro de toda la sociedad. No ser me ocurre una tarea más ilusionante.
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